25 abr. 2024

La vida al estilo yogui

Si se quiere poner remedio a una situación de estrés, no hay un solo camino o método que conduzca al bienestar. Algunos corren, viajan o van a un spa, y otros hacen yoga y se empapan de la filosofía milenaria.

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Revista Vida

Por Natalia Ferreira Barbosa / Fotos: Fernando Franceschelli

En algún momento, todos sintieron el deseo de que el mundo se detuviera aunque sea por un instante, sobre todo cuando las jornadas laborales se hacen interminables, cuando la presión del trabajo quita el sueño o cuando la idea de que se viene un lunes se hace indigerible... Dicen que el estrés es la enfermedad del siglo XXI. Y es que no se trata solo de estar nervioso y con los hombros contracturados, el estrés puede convertirse en un estilo de vida; uno tóxico, claro, al dormir poco, comer rápido, sobrecargarse de trabajo, contestar mensajes las 24 horas e ir corriendo de un lugar a otro. Eso de tener tiempo para uno mismo pareciera sonar obsoleto en estos días. ¿Acaso ya no es suficiente meditar con la almohada minutos antes de dormir?
Tomarse un momento para conocer aquello que nos hace bien se vuelve necesario en determinadas etapas de la vida, como es el caso de estas tres personas que decidieron hacer un cambio de 180 grados desde el momento en que se animaron a fluir con el universo.

Ligero como una pluma

Andrés Benítez (44) es instructor de ashtanga yoga y pareciera flotar con el viento. Da la impresión de que a este hombre de hablar pausado y sereno nada lo sobresaltaría. Además, lleva una rutina de lo más saludable, siguiendo las recomendaciones de su maestro de ashtanga yoga: preferir alimentos naturales, “cualquiera que cuando lo tires a la tierra, tenga probabilidades de crecer como una planta. Si no tiene posibilidades de hacerlo, deberías evitar esos alimentos”, señala Andrés, quien aclara que él no le dice a sus alumnos que dejen de comer carne, porque eso es muy personal. Solo les recomienda que consuman alimentos más naturales y eviten los que sean muy procesados.
A las 3.00 ya está en pie para iniciar su práctica de yoga, así para cuando sean las 7.00, estará listo para dar sus clases. Para él lo difícil no es despegarse de la cama a la madrugada sino ir a ella temprano, ya que “la sociedad vive de noche, porque hay muchas actividades. Pero yo frecuentemente duermo a las 21.00. En general, cuando está oscuro ya estoy apuntando a la cama”. No obstante, este retrato de vida saludable no siempre fue así. “Vengo del black metal. Cuando era más joven tenía un grupo de música y después lo dejé y me metí en el tema de la informática, que me apasionaba mucho. Creo que la tranquilidad siempre la llevé adentro, pero el tipo de trabajo que tenía me estresaba mucho y eso te quita de tu centro. Recuerdo que cuando trabajaba en el área de informática, el horario de entrada era a las 8.00 y para mí resultaba una tortura levantarme de la cama para ir a trabajar. Hoy me levanto a la madrugada, porque lo primero que hago es mi práctica”.
Hace más de 10 años, muchos podrían identificarse con la rutina de Andrés. Llevaba un estilo de vida sedentaria y comía para satisfacerse, según sus palabras. La base de su dieta era la comida rápida, como hamburguesas y pizzas, y a esto le sumaba litros diarios de café, alcohol y cigarrillos. Llegó un momento en el que alcanzó los 100 kilos, y se dio cuenta de que tenía que hacer algo por su salud. Así que empezó una dieta y a practicar ejercicio. Este fue el puntapié inicial para su búsqueda de un estilo de vida más saludable y fue así como se topó con el yoga.

“Practiqué un año centrándome en lo físico, pero seguía trabajando en informática. Después de conocer a un profesor de ashtanga yoga, me di cuenta del trabajo interno que implicaba esta disciplina. Desde 2010 hasta el 2013 trabajaba a la par que la practicaba. El detonante fue seguir lo que me estaba gustando en ese momento, porque lo otro iba quedando atrás; era ir a trabajar para el sustento. Entonces terminé dejando el trabajo y me dediqué a dar clases de yoga”, indica. Es así como Andrés encontró una oportunidad para mejorar porque, de acuerdo a él, lo primero que te muestra la práctica de esta técnica son tus limitaciones físicas o mentales. Algunos pueden frustrarse por esto y a otros los motiva para mejorar.


Menos es más
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Revista Vida


¿Cuál es la medida del éxito en la vida? Para muchos está en qué tanto dinero se pueda conseguir y en qué tan alto se pueda escalar en un puesto de trabajo. Pero esta medida no estaba siendo del todo saludable para Denisse Ojeda (35). “Hacía lo que hace todo el mundo: trabajaba miles de horas encerrada en una oficina. Estuve siete años en una multinacional de telefonía como gerente comercial. También fui gerente administrativa y de telemarketing. El último año estuve encargada de todo, y ese rubro es muy desgastante ya que manejaba las ventas, la parte comercial, vendedores, comisiones... Y me iba bien en eso porque sí nomás, no porque haya estudiado una carrera afín. Todo el tiempo estaba más preocupada por mi trabajo que por mí misma. Todo el mundo vive en ese ritmo, porque supuestamente eso es lo que hay que hacer. Hasta que un día te das cuenta de que podés hacer otras cosas”, cuenta Denisse.
Para cuando llegó a ese punto de desgaste, ella tenía problemas digestivos a causa de los nervios. Como siempre estaba estresada, comía apurada o se saltaba las comidas. Denisse asegura que estaba pendiente de lo que iba a pasar al día siguiente. “Creo que la gente sufre más por lo que piensa que por lo que realmente pasa. Ese tipo de cosas eran las que me enfermaban, las preocupaciones, por eso tenía insomnio. Cuando me di cuenta que mi sueldo me estaba costando demasiada vida, decidí salir de mi trabajo. Empecé a preocuparme por mi bienestar. Tanto tiempo me angustié por lo material y me descuidé a mí misma. Por eso me centré en ponerme bien, porque la salud no la podía comprar, mientras que la plata se consigue. Estaba segura de que iba a encontrar algo”, expresa.
Renunció a su trabajo y deseaba realizar un cambio en su vida, aunque no tenía un plan, así que una amiga le recomendó que practicara yoga. Los cambios los notó al poco tiempo, sobre todo cuando empezó a escuchar a su cuerpo y a ser más consciente de su alimentación, razón por la cual probó la dieta vegetariana. Su nuevo régimen de alimentación le sentó bien y se convirtió en vegetariana, sin que nadie del ambiente del yoga se lo dijera.
No podemos saber cómo era Denisse hace cuatro años, antes de que iniciara su cambio de vida, pero ahora se la ve radiante. El año pasado culminó su instructorado de yoga y también enseña reiki. Además, tiene un negocio de comida vegana sin gluten que se llama Amrit. Estar bien no solo se ve, sino que se siente: “Me noto más libre de los estereotipos o de los condicionamientos que te pone el mundo; de que sí o sí tenés que trabajar tantas horas en una oficina para ser una persona normal o que tenés que hacer cierto tipo de cosas para encajar en el mundo. El yoga me ayudó a aceptar mi yo y a ser yo misma, a hacer lo que me gusta y enfocarme en eso para crecer”.


Más allá de las nubes

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Revista Vida

Hace más de 10 años, y a unos 10.000 metros de altura, Macarena Fernández (46) se desempeñaba como tripulante de vuelo de una aerolínea. Y si bien le encantaba volar, el trabajo era muy exigente. Recuerda que vivía con terribles dolores de espalda y sufría de bruxismo. Quizás a modo de aliviar el estrés y también para mantenerse en forma, frecuentaba el gimnasio, donde asistía a clases de Pilates. Hasta que un día, por casualidad, vio que dentro del gimnasio había una sala de yoga, una práctica de la cual nada sabía, solo la asociaba con estiramientos. Pero llamó su atención y quiso probarla. ¿Quién hubiera imaginado que jamás se desprendería de aquella clase a la cual entró por pura curiosidad? Es otra la Macarena de hoy, que recibe a los niños para la clase de yoga, saludando a cada uno con un Sat Nam, mientras les da la bienvenida a la clase. Ella ahora es instructora de yoga para niños e imparte clases en distintos centros.

“Fue la cosa más extraña en mi vida. Todo lo que tiene que ver con yoga va fluyendo solo. Yo no me lo propuse ni nada, porque no planeaba dejar de volar. Tampoco pensaba enseñar yoga a niños, pero aquí estoy —dice con una sonrisa— y es lo mejor que me pudo haber pasado. Empecé a practicar con Nathalie Aguilera y después de un tiempo ella me convenció para hacer el instructorado, que lo cursé medio a regañadientes porque no pretendía ser profesora. Lo hice para mí, para crecer y sanar mi vida. Después de un tiempo apareció una oportunidad para enseñar y así sucesivamente hasta que me dediqué solamente a esto”.
El cambio de Macarena no se reduce a mudar de un rubro a otro, es más bien interno. En su antiguo trabajo le decían mecha corta, reconoce, porque explotaba por cualquier cosa. El kundalini yoga le ayudó a cultivar la paciencia y sobre todo a estar más consciente de sí misma mediante la práctica que la conectó con su cuerpo. “Algo cambió dentro de mi sistema. Dejé de fumar hace ocho años, un día no me gustó más y no volví a hacerlo. Empecé a darme cuenta de cómo afectaba eso a mi respiración, a mi piel y a mi forma de dormir. Me volví más flexible al aceptar las cosas que me pasan. Las que puedo cambiar, las cambio; las que no, las acepto. Es un trabajo de todos los días cuando aprendés a valorar tus virtudes y tu oscuridad, que generalmente queremos tapar. Al aceptarla, es más fácil la vida, vivís con menos mochila. Eso me ayudó mucho, y también confiar en el flujo de la vida y el universo que siempre te da lo que vos querés, quizás no en el momento, pero te da”, afirma.

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Un método
El término yoga significa unión en sánscrito y es un método que busca equilibrar el cuerpo, la mente y el espíritu. La práctica evidencia las limitaciones de cada uno e invita a ser más consciente de la propia existencia.
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Opciones
Los dos tipos de yoga más practicados en el país son:
Kundalini yoga: los ejercicios (o kriyas) están pensados para aliviar el estrés y tienen como objetivo despertar la energía kundalini, que se encuentra en la base de la columna vertebral.
Ashtanga yoga: es una meditación en movimiento que, a diferencia del kundalini, demanda más esfuerzo físico; es necesario sudar para alcanzar la relajación.
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El pranayama
Al hablar de pranayama se hace referencia a los ejercicios respiratorios del yoga, que constituyen la base de la práctica. Es esencial el control de la respiración, cuyos efectos se evidencian a nivel físico, mental y espiritual.
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¿Dónde practicar?
—Hari Gopal Yoga (Ciudad de Corrientes 999 casi San Rafael, detrás del Banco Central del Paraguay). Contacto: (021) 661-379 / (0971) 347-938.
—Espacio E (Estrella 977 entre Colón y Montevideo). Contacto: (0981) 206-304.
—Yoga en el Centro (Paraguarí 1.349 entre 1.ª y 2.ª). Contacto: (0981) 400-800.
—Yoga Urbano (Hassler 5.229 entre Cruz del Defensor y Cruz del Chaco). Contacto: (0971) 127-461.
—Estudio Om (Pablo Alborno 2.311). Contacto: (0982) 661-144.
—Yoga y Psicología Premyogashala (Lamas Carísimo 506 esquina Pedro P. Peña). Contacto: (0991)769-869.