Connor O’Malley pasa por el peor momento que un niño puede siquiera pensar. Cada noche una pesadilla lo atormenta y todo apunta a que el drama que está sufriendo es el causante. Para ayudarlo, aparece un monstruo que promete contarle tres historias, a las que Connor al final debe agregar una cuarta que traerá la moraleja y explicación de su pesadilla.
¿Cómo hacer para sobreponerse a un dolor tan profundo como el que experimenta Connor? Esta película, basada en una exitosa novela, trata de resolver este rompecabezas dramático. La aparición del monstruo tiene la evidente misión de purgar los demonios internos del niño y mostrarle cuáles son sus debilidades, cuáles sus fortalezas y, especialmente, cuál es su verdad. Esta es una verdad que Connor no quiere aceptar y lo que su gigante amigo trata de hacer es enseñarle que aceptar nuestra verdad es parte del crecimiento personal de las personas.
El monstruo elige una vía didáctica para su cometido, y en cada historia que le cuenta a Connor, le va ilustrando sobre los matices de una vida que él apenas empieza a vislumbrar en su sufrida pubertad. Las historias sorprenden al chico porque contienen mensajes contradictorios o moralejas que rompen con lógicas arraigadas profundamente.
La mano de un director como J. A. Bayona es evidente en la fotografía, los colores elegidos pero, especialmente, en la recreación de las historias del gigante. El celo artístico es notable y complementa y balancea una historia que de por sí es densa en cuanto a sentimientos a flor de piel.
Del notable reparto de actores, el joven Lewis MacDougall (Connor) se erige como un gran talento. El resto satisface las expectativas, incluyendo Liam Neeson como la voz del monstruo.
En fin, visualmente una bella película, y poderosa en cuanto al mensaje que propone y, más aún, en cuanto al enemigo que pretende combatir.
Calificación: ***1/2 (buena a muy buena)