“¡Cabrera, yo te quiero preguntar, Cabrera ¿cuándo vas a renunciar? Voy a gritar, una vez más: Cabrera, renunciá…!”. Este es el estribillo –adoptado de un famoso cántico a la Albirroja– que retumbó hasta el hastío, desde agosto pasado, frente a la casa del ahora cesado decano de la Facultad de Ingeniería de la UNA (Fiuna).
Si bien no alcanzaron su objetivo principal, la rebelión de los futuros ingenieros logró algo inédito: unir a toda la comunidad universitaria (alumnos, docentes, egresados y padres) para presionar a que se investiguen presuntas irregularidades cometidas durante años por una claque en Fiuna.
Su fortaleza fue clave incluso para el inicio de la reforma del Estatuto de la UNA. Fueron los que prácticamente sostuvieron esa lucha. A la par, emprendieron un paro estudiantil que se extendió por cinco meses y estuvo a punto de trascender las fronteras de la universidad, ante la incapacidad de las autoridades de zanjar la crisis (ver infografía).
Ahora están en clase. Volvieron después de 168 días. “Sabemos que no vamos a tener vacaciones; era como un precio que íbamos a pagar, pero valió la pena”, dice Raúl Benítez, secretario general del Centro de Estudiantes de Ingeniería (CEI). No comparte poner en la balanza “el tiempo perdido” frente a lo que consiguieron. “Lo que se logró es que ahora la gente, acá, sabe que hay un negociado muy grande en la facultad. La ciudadanía sabe que existe un problema en Ingeniería y el país sabe que algo pasa en nuestra facultad”, analiza sobre el resultado de la larga resistencia.
Ven como un logro sin precedentes “el haber puesto al descubierto el manto de impunidad con que las autoridades de la facultad, y de la UNA misma, operan mediante la autonomía universitaria”.
“La gente se interesó por lo que pasaba en nuestra facultad, se empezó a meter en una problemática que normalmente se tiene como algo interno con el tema de la autonomía. Empezó a venir gente, a saber en qué se usa el dinero público”, comenta.
A esto suma el acompañamiento de los medios periodísticos. “Fue la ciudadanía la que estuvo sosteniendo nuestra lucha”, afirma.
SUMARIOS. Es la primera vez en la historia de la Fiuna que, como resultado de la intervención, se impartió sumario contra 30 docentes, incluido Cabrera.
Benítez entiende que esto representa un paso importante que va a sentar precedente.
“Hace dos años, antes de #UNAnotecalles, acá se les hizo sumario a dos estudiantes por publicaciones en Facebook y Twitter. Hoy tenemos sumarios abiertos a 30 docentes por superposición de carga horaria, por multirrubros, etcétera”, contrapuso.
Herbert Segovia, presidente del CEI, asegura que están conformes con la labor del interventor, Ricardo Garay, en razón a que “toma decisiones” a diferencia de su predecesor, Julián Agüero.
“En el sumario se puede decir que alguien es culpable o que tiene que ir preso. Pero el problema es que vota el Consejo Superior Universitario o el Consejo Directivo, dependiendo del caso, y ahí es donde se ve la voluntad política: si quieren solucionar van a optar por lo correcto, o si quieren encubrirle, porque echar a un decano sienta un precedente para el resto”, analiza.
“Quizá no se dio la renuncia de Cabrera –dice–, porque eso escapaba de nuestras posibilidades. Ahora salió el sumario, hay causas suficientes para que se lo pueda declarar culpable y se lo pueda quitar. Vamos a depender de la voluntad política”, insiste.
De cualquier modo, por mandato asambleario, integrarán un comité de seguimiento para observar la prosecución y el resultado de las investigaciones abiertas.
Mientras, un grupo se encargará de pintar –indica Herbert– una de las parábolas usadas para bloquear las puertas de acceso a la institución y a las aulas que ahora yace solitaria en el patio, para dejarla como recuerdo. Un monumento, quizá, de lo que fue el reciente semestre de resistencia y paralización académica.