En una entrevista concedida a Efe en Túnez, el diplomático alemán aseguró que sería un gesto hacia la población que sufre y una señal que contribuiría a alentar el proceso de pacificación y reconstrucción.
“Se debe destacar la presencia de la embajada italiana, de la embajada turca y de otras embajadas que nunca cerraron y, por eso, animo a todo el mundo a que se traslade a Trípoli, porque es una señal importante para la gente de que se preocupan por ellos”, afirmó.
“Nosotros también tenemos planes de trasladarnos, ya hemos alquilado edificios, se están acondicionado y fortificando. Nos mudaremos pronto a Trípoli y estaremos allí presentes, de nuevo, en breve”, agregó.
Kobler admitió, no obstante, que existen problemas de seguridad tanto en el país en general como en la capital en particular, donde no hay una autoridad policial unificada y la ley la impone cada milicia en el distrito que controla.
También reconoció que hay graves problemas de suministro, especialmente de electricidad (en algunas áreas los cortes de fluido superan las 18 horas diarias), agua corriente y otros servicios básicos, pero insistió en que la situación ha mejorado en los últimos meses.
“No lo veo tan dramático, estuve en Trípoli y caminé por las calles, hablé con la gente, unos me decían ‘pasamos tres horas sin electricidad’, otros ocho. Sí, ese es uno de los problemas, pero no hay un apagón total en Trípoli”, subrayó.
Kobler advirtió de que no es posible ayudar a reconstruir o rehabilitar Libia a distancia, sin una presencia física de los cooperantes sobre el terreno.
“La Unión Europea (UE) tiene importantes proyectos que quiere poner en marcha, como la estabilización, la reconstrucción de Bengasi, pero eso exige que los expatriados vayan al país para implementarlo, una cosa es tener 100 millones de euros en un fondo. ¿Qué hacemos con el dinero?”, se preguntó.
“Los expatriados deben entrar en el país para que ese dinero pueda ser usado para la reconstrucción de las escuelas en Bengasi y eso es algo que no observo, debido a la situación de seguridad”, indicó.
En este contexto, lamentó que “no hay un solo expatriado europeo dentro, un solo cooperante civil europeo dentro de Libia. Así que la UE debe abrir sus embajadas, como han hecho Italia y Turquía y como vamos a hacer nosotros”.
“Entiendo que es difícil y se necesita mejorar la situación de seguridad, pero, cuanto más ofrezca todo el mundo, más confiado estoy que gradualmente llegará el día del final de la violencia”, subrayó.
Para lograr este objetivo, el diplomático alemán insistió en la necesidad de que los actores libios negocien bajo el paraguas de la ONU y formen un Ejército libio unificado, con una clara cadena de mando y autoridad en todo el país.
En su opinión, “si esa autoridad está ahí, todos los demás problemas se pueden solucionar sencillamente, como la inmigración, las cuestiones políticas, los servicios básicos”.
Algo que deben hacer y decidir los propios libios, con la ayuda de los países vecinos y con un papel más activo y constructivo de la UE.
“Antes había una troika en El Cairo (formada) por la Liga Árabe, la Unión Africana y la ONU. Yo sugerí incluir a los europeos para convertirla en un cuarteto para que las organizaciones regionales hablen con una sola voz”, resaltó.
Según Kobler, “si la comunidad internacional está dividida, no funciona nada en Libia.... Siempre digo que el 70 por ciento de la solución reside en la implicación regional, en la implicación internacional, en fomentar los contactos”.
En esta línea, volvió a destacar la necesidad de cambiar algunas políticas actuales y sustituirlas por una visión más positiva y constructiva, en especial en lo relativo a la inmigración irregular.
“Conozco bien el papel de la UE, he visitado ‘Sofia’ (operación naval europea contra las mafias migratorias en el Mediterráneo central) y el avión donde los europeos están entrenando a los guardacostas libios porque hay mucha preocupación por la inmigración, es una intervención muy importante”, aseguró.
“Pero no se puede acometer solo con medidas represivas, hay que ir a las raíces de la inmigración, en particular a mejorar las condiciones de vida de aquellos que están en los campos de detención en Libia”, remarcó.
En este sentido, recordó que “no es Europa solo la que es víctima de la inmigración. Libia también es víctima de la inmigración y, sobre todo, África”.
“Libia no es una isla en el Mediterráneo, es un país con una enorme riqueza y grandísimas fronteras. Todos esos países del sur solo pueden ser protegidos con cooperación internacional e intercambio de información regional”, apostilló.
Por Javier Martín