07 may. 2024

La negación de la realidad

Blas Brítez – @Dedalus729

Es raro coincidir con un autor o autora en todas sus ideas. Uno tiende a creer que esas cosas no suceden. Pero pasan. Uno de esos pocos libros con los que me sucede es La cuestión palestina, de Edward Said. Lo recordé y lo volví a hojear ahora que Donald Trump ha anunciado que Estados Unidos reconoce como capital del Estado de Israel a Jerusalén. Fue una provocación que algunos interpretan como una estrategia para una futura negociación de un Estado palestino. Un poco retorcido pero así lo creen algunos, según informó la BBC. Eso a pesar de que fue una promesa electoral a sus socios y votantes proisraelíes. Las protestas y amenazas ya comenzaron, además de la condena y el extravío, al mismo tiempo, de la comunidad internacional.

Lo que ningún medio consignó —acaso por considerarla una nadería o pura coincidencia— es que el día del anuncio tanto Trump como Mike Pence, el vicepresidente, llevaban corbatas azules sobre sus blancas camisas. Me gusta pensar, no sin cierta malicia, que si hubieran elegido el rojo —por el que suelen tener preferencia ambos— o el verde o el negro —que nunca usan— lo hubieran hecho para coincidir con la bandera palestina. Dicho sea de paso, en los centros neoyorquinos de la moda hay indignación por el crimen contra las corbatas del presidente estadounidense: las lleva muy largas y demasiado anchas, afirman. El influyente The New Yorker lo ridiculizó en una viñeta con una enorme cortaba roja.

Edward Said (1935-2003) fue un hombre inyectado de cultura árabe y cristiana bajo el Mandato Británico en Palestina. Antes de la partición de la ONU de 1948. Antes de la Nakba (catástrofe), que es como llaman los palestinos al éxodo forzado —como todo éxodo— por la expansión sionista europea. Era un niño cuando aquello sucedió. Lo marcó para siempre. Sobre todo, porque la partición que cumplirá 70 años no trajo un Estado palestino, que es lo que prometía.

Certificado por Princeton y Harvard, Said fue un fino exegeta literario, sobre todo de la literatura del siglo XIX. Un mejor intérprete de nuestros asombros y nuestros miedos sobre Oriente. Fue miembro desde 1977 —dos años antes de la publicación de aquel libro revelador para el mundo culto occidental de una cuestión palestina, es decir, su opresión y colonización— del Consejo Nacional Palestino en el exilio, antes de romper con Yasser Arafat porque creía que su agenda estaba marcada por los Estados Unidos. Allí vivía Said. Contra su mafia académica escribía sin tapujos. Consideraba a Estados Unidos un mediador falso y nefasto en las “negociaciones de paz”. Consideraba derrotista el horizonte desvaído de Arafat: el abandono de un Estado Palestino como premisa históricamente innegociable.

Trump habló de “reconocimiento de la realidad” en el tema Jerusalén. Qué lenguaje. Said hablaba de la implacable retórica sionista de los líderes de Israel: según estos, en donde se formó su Estado antes no había nadie.

La negación de la realidad lleva casi siete décadas.

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