29 abr. 2024

La magia del teatro… gratuito

Sergio Cáceres Mercado – caceres.sergio@gmail.com

caceres, sergio

La norma para el teatro paraguayo son las butacas vacías. Los meses de preparación de los actores y todo el trabajo de producción hecho a pulmón suelen ser premiados con la indiferencia del público. Generalmente son pocos los que deciden llenar el natural deseo de entretenerse o cultivar el espíritu con actividades artísticas; el promedio prefiere otras actividades. Si a veces hay una sala llena y la repite en la función siguiente es porque hay un gran trabajo de márketing (lo que no está mal); excepciones muy buenas que siempre dan esperanza y energías para seguir. El teatro de revista no cuenta acá, eso es otra cosa.

Lo más contradictorio es que muchas personas arguyen que no van al teatro porque dicen que las entradas son caras, y sin embargo en una salida de fin de semana pueden gastar cuatro veces más en otras cosas. Esto último va unido con lo anterior. Es decir, uno gasta lo que tiene en lo que le hace sentir bien. El resto es excusa nada más.

Pero el teatro nunca fue un género masivo. Que mucha gente prefiera otras formas de pasar su tiempo libre y solo algunas miren qué obra teatral se ofrece para disfrutarse es en realidad un fenómeno que se repite alrededor del mundo. Pero el problema no es que a la gente no le guste en absoluto el teatro. El problema es que no crea que sea lo suficientemente valioso como para pagar para verlo.

A esta conclusión llegamos cuando el Centro Paraguayo del Teatro organiza su tradicional Semana del Teatro. Por única vez en el año los espectáculos son gratuitos y todo se vuelve patas arriba. Es el mundo del revés. Las salas se llenan hasta reventar. Las filas para entrar son larguísimas y la gente que queda afuera con las ganas es mucho más que la que pudo acceder.

Pero no solo eso ocurre en esa mágica semana. El público disfruta. Aplaude a rabiar y de pie. Los actores son adorados, los directores, dramaturgos y productores felicitados y engalanados con flores. Al terminar el show los que estaban en las tablas y detrás de las tablas salen airosos, cargados con energías para remar un año más; el público sale satisfecho, con palabras de elogio para todos y en especial para el arte dramático que esa noche le tocó profundamente, sea haciéndolo reír hasta las lágrimas o llorar sin contención.

Claro que no hay comida gratis, como dicen los economistas. Si el público puede entrar sin pagar es porque hubo apoyo de la Municipalidad de Asunción, además del trabajo sin remuneración de los integrantes del Cepate y, por supuesto, de las compañías teatrales que a estas alturas ya están acostumbradas a no ver un duro por su entrega total. Esta vez se hicieron pasar alcancías. Algo es algo.

La Semana del Teatro produce estas tristes contradicciones. La alegría de ver que hay muchísima gente que disfruta del teatro, pero solo si se la libera de pagar. Se despiden para volver luego de un año, cuando haya teatro gratis otra vez. Mientras, pasarán sus viernes, sus sábados y sus domingos en otras actividades donde gastarán fortunas. Mientras, todo volverá a la normalidad, las salas semivacías y la desazón de la gente que se dedica a ello. Adiós hermoso público, por favor no nos olvides, acuérdate que en un año todo será gratis y esperaremos tu ovación y aplausos con los brazos abiertos.

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