Richart González | Guairá
El curso duró unos seis meses, bajo la iniciativa de la Comuna y con el apoyo del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA). Unas 20 personas fueron beneficiadas con este curso, durante el cual se impartieron técnicas de confección, corte y algunos secretos de moda utilizando como base el tejido de ao po’i.
El único varón del grupo es Alejandro Rivas (16), estudiante, oriundo de la compañía Rincón (Villarrica), comentó que inició muy joven porque quiere montar una pequeña empresa.
“Estuve en este curso para poder aprender a bordar, confeccionar remeras, camisas y otras cosas para poder hacer mi propio negocio”, indicó.
“Mis hermanas trabajan en costura y también una prima. Creo que soy el único varón de la familia que hace esto. Les digo también a todos los hombres que no tengan vergüenza de trabajar en este tipo de cosas. Es algo muy lindo y, por sobre todo, es nuestro. Si Dios permite, muy pronto voy a tener mi propia empresa para confeccionar ropas y ayudar a mi familia, ese es mi sueño”, señaló.
Esmilce Bobadilla, presidenta del IPA, dijo que muchas veces hacer artesanía es una forma de hacer terapia. “Es muy importante porque, mas allá del trabajo, también sale una buena ganancia, siempre y cuando estemos bien asesorados, es por eso que seguimos luchando en ese sentido”, indicó.
Celebró que hoy en día también los varones estén tomando la posta en la artesanía paraguaya e instó a los mismos a ingresar más en este campo.
El Instituto Paraguayo de Artesanía renovó el convenio de cooperación por un año más con la Comuna de San Salvador, para seguir gerenciando instructores para las personas interesadas en aprender técnicas de confección.