Según mencionó el magistrado Escobar, el condenado fue beneficiado con la libertad condicional por tener una conducta ejemplar durante su presidio, además de no contar con problemas sicológicos.
A esto se suma la no oposición del Ministerio Público y de la querella, que estuvieron de acuerdo con otorgar dicha medida a Ruiz Díaz.
Para concedérsele la libertad, el beneficiado se comprometió a cumplir una serie de requisitos impuestos por el juzgado, principalmente fijar un domicilio fijo.
El abogado del recientemente liberado, José Pozo, expresó que su defendido fue víctima de la injusticia del momento y por esa causa habían denunciado ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos.
ANTECEDENTE. Aquel 10 de octubre de 1994, el primer atentado se produjo un poco después de las 7.00, ocasión en que desde el interior de una camioneta, marca Toyota Land Cruiser, se disparó con una escopeta calibre 12 contra el vehículo del general Ramón Rosa Rodríguez, en el que se hallaba este, siendo mortalmente herido el chofer del general, Pedro Abundio Fleitas.
En cuanto al segundo atentado, es una prueba clara, terminante, del objetivo y la decisión del excapitán Ruiz Díaz, puesto que minutos después del primero, cuando tuvo la menor oportunidad para hacerlo, mató al general Ramón Rosa Rodríguez, dice el fallo.
Este homicidio fue ejecutado con una pistola Beretta calibre 6.35 de Ruiz Díaz.
En el momento del segundo atentado, Rosa Rodríguez iba sentado en el Jeep en el que ocurrió el hecho, detrás del chofer, entre Luis Carlos Lugo sentado detrás del general, que iba adelante, al lado del chofer Miguel Sanabria; y de Genaro Méndez Serna, parado a la izquierda y atrás en el vehículo.
Según la declaración de estos, aprovechando una distracción de Lugo, momento en que el -en ese entonces- capitán le pasó su radio por orden del general, Ruiz Díaz sacó la pistola y disparó a la cabeza del general, hiriéndolo mortalmente, para luego tratar de suicidarse, lo que fue evitado gracias a la reacción de Lugo que, pese a ello, no pudo atajar que se autodisparara en la cabeza.