07 may. 2025

Fundamentalismo al ataque

Enrique Vargas Peña

El pasado domingo 22 de octubre, estuvo en Sin límites, nuestro programa en Red Guaraní, el doctor Rubén Mazier, quien había amenazado con incendiar Telefuturo con todos los que trabajan en dicho medio.

Mazier justificó su amenaza diciendo que era la reacción a la crítica que Luis Bareiro había realizado días antes a la jerarquía de la Iglesia Católica por su contribución manifiesta en la demolición que el gobierno de Horacio Cartes está llevando adelante contra los pequeños avances en equidad de género que se habían logrado trabajosamente hasta ahora en el sistema público de enseñanza.

El arzobispo de Asunción, el nuncio apostólico y los demás integrantes del episcopado católico apoyan las candidaturas de Honor Colorado a cambio de la demolición de cualquier vestigio de equidad de género en el sistema público de enseñanza.

Lo que surge claramente de la amenaza de Mazier es la idea de que a la crítica no hay que responder con argumentos, sino matando al crítico, lo que, aunque mucha gente se resista a creerlo, es la prédica oficial de los padres y doctores del cristianismo y uno de cuyos ejemplos más conspicuos es santo Tomás de Aquino.

En su explicación de la Primera Carta de san Pablo a los romanos (1, 28:32), “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen... Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican”, santo Tomás de Aquino, doctor Angélico y Seráfico de la Iglesia, sostiene que “no hay razón alguna para tolerar los ritos de los infieles” (Suma Teológica, Parte II-II ae Cuestión 10).

En esa misma Cuestión 10, santo Tomás de Aquino aclara perfectamente la obligación de los cristianos: “Si se cuenta con medios para ello”, (los infieles) “deben ser forzados por los fieles a no poner obstáculos a la fe, sea con blasfemias, sea por incitaciones torcidas...”.

Es lo que está haciendo Rubén Mazier, con el beneplácito sordo de la jerarquía y con la impunidad que le otorga una fiscalía absolutamente sometida al presidente Cartes.

Es lo que están haciendo, con un tanto más de disimulo, las organizaciones cristianas no católicas que también pactaron con Cartes con el mismo propósito que los católicos, ejemplo de lo cual es el “Pueblo de Dios”, aunque este ni siquiera es el principal pilar de la alianza.

El proceso mediante el cual el fundamentalismo sale de las casas y se convierte en coerción y coacción públicas es uno de los más brutales que pueden registrarse: Cuando políticos inescrupulosos como Cartes entregan, por razones electorales, el poder de Policía del Estado a los religiosos, se acabó la libertad y empieza la “violencia caritativa” de santo Tomás de Aquino, la forma más horrenda de totalitarismo que se conoce, hoy representada elocuentemente por la tiranía de Arabia Saudita.

La alianza de Cartes con los pastores cristianos es la mayor amenaza a la libertad de los paraguayos desde la caída de la dictadura y el caso de Mazier lo deja en evidencia de manera incontrovertible.