24 abr. 2024

FIUNA: Lucha de hijos y padres

Los estudiantes de la Facultad de Ingeniería alzaron sus brazos y elevaron sus voces contra la corrupción. A la par, sus padres tomaron las reivindicaciones de sus hijos como suyas. Esta es su historia.

Estudiantes de FIUNA

Ultima Hora

Por Natalia Ferreira Barbosa / Foto: José Bogado

El ambiente en la Universidad Nacional de Asunción se siente tenso. Una anhelada reforma no alcanza a ver la luz, puesto que su tratamiento de alguna forma u otra consigue ser eternamente postergado. Mientras tanto, los jerarcas académicos echan profundas raíces en sus tronos. La llama de la enardecida lucha estudiantil de unos meses atrás parece estar extinguiéndose. No obstante, el camino que conduce al predio de la Facultad de Ingeniería (Fiuna) evidencia otra cosa. El acceso principal se encuentra obstruido por escombros, ningún vehículo entra ni sale de allí, solo es posible ingresar a pie y, como el día está nublado, el clima parece aun más desolador.
Algunas entradas del edificio están bloqueadas por una pila de pupitres. El padre de un estudiante explica que esto sirve para proteger documentos que podrían servir de prueba en el futuro. En las columnas de las galerías y los muros de la Facultad cuelgan coloridos carteles en los que se leen mensajes como: “Renunciá Cabrera, hetáma asufrí”, “Acá los politizados no son precisamente los estudiantes”, “Cabrera, queremos estudiar”. Como música de fondo suenan canciones de rock argentino, mientras un grupo de estudiantes conversa y otros leen.
Ya se cumplieron más de 100 días del paro indefinido de la Fiuna, una resolución adoptada a principios de agosto durante su asamblea universitaria, exigiendo la renuncia del decano Éver Cabrera, sobre quien pesan varias acusaciones (ver recuadro). A pesar de las persecuciones, el amedrentamiento y la posibilidad de perder un semestre, los estudiantes de Ingeniería continúan. Pero no están solos: hay un grupo de 400 padres autoconvocados que los apoyan y formaron más de 20 comisiones para acompañar las reivindicaciones de sus hijos.
Con el pie izquierdo
“El plan de UNA es cansar a los jóvenes”, reflexiona María Teresa Talavera, escribana pública y madre de Raúl Benítez, estudiante de los últimos años de la carrera de Electromecánica. Cuando ella habla del modus operandi de la UNA no se equivoca; después de todo, varias facultades se desmovilizaron. “La situación de la Universidad es triste, pero esto nos sirvió para interiorizarnos de los verdaderos reclamos que están haciendo los estudiantes. Cuando esto se inició, en agosto, apenas transcurrían 10 días del paro y mi hijo también estaba entre los estudiantes denunciados por el decano. Él me llamó una tarde y me dijo que le llegó la citación de un juzgado”, lamenta.
Luego de esa llamada la preocupación la invadió. Ella sabía que estaban de paro, pero que se haya judicializado la alarmó. “No podía permitir que le estén notificando a mi hijo en una universidad cuando él se fue para estudiar. En el juzgado, le reclamé a ese señor, Éver Cabrera, con qué derecho le hizo pisar los tribunales a mi hijo y a sus compañeros, porque ellos no son delincuentes. Le dije que lo que debe hacer es renunciar. Él le ninguneó a los jóvenes, actuó como si fueran hijos de nadie. Se equivocó porque se olvidó de nosotros, los padres”, dice Teresa.
Acompañando
A medida que pasaban los días, los padres se daban cuenta de la importancia de la lucha de sus hijos, del sacrificio que estaban dispuestos a asumir con tal de sanear la facultad en pos de la educación. “Para mí es muy enriquecedor acompañarlos, porque los veo como el futuro. A estos jóvenes les sobra lo que a esa gente le falta, que es renunciar a sus propios intereses. Ellos están preparados para perder el semestre porque lo que tienen para ganar es mucho más grande. Además, me di cuenta después de haber estudiado el estatuto, que este no permite a los estudiantes defender absolutamente nada. El único recurso que tienen es la rebelión: o te rebelás o te sentás en aula y seguís con la corrupción”, afirma Talavera.
La admiración de Teresa por los estudiantes es evidente, porque ellos se mueven por sus ideales, y lamenta que “la gente envuelta en corrupción” los llame zurdos y que digan que la lucha está pagada por un grupo político. “Eso es mentira. La lucha está pagada por nosotros, que los ayudamos a subsistir colaborando con la comida. Incluso había un matrimonio que solía cocinar para los chicos. Entre ellos también se las arreglan para preparar, todos contribuimos cuando nos piden los ingredientes”, explica la madre.
La preocupación de los padres acerca de la pérdida de clases de sus hijos es natural, así como el futuro de sus estudios. Sin embargo, dejaron de pensar en eso. “Para mí, mi hijo está ganando, porque perder un año por una educación mejor no creo que sea perder, sino ganar”, afirma Teresa.
Lo positivo
Otro de los padres que acompañan de cerca esta movilización es Francisco Fleitas, abogado y docente en la Facultad de Derecho de la UNA, y padre de Néstor y Arturo Fleitas, alumnos de la Facultad de Ingeniería y de la Facultad Politécnica, respectivamente. Francisco reconoce que durante este tiempo, la situación extraordinaria hizo que los padres se unieran y compartieran momentos, algo que en otro escenario tal vez nunca hubiera ocurrido. “Hicimos almuerzos, polladas, reuniones... Con el paro, los padres estuvimos acompañando a los alumnos a visitar autoridades, a reunirnos con el rector, el Consejo Superior, a hacer denuncias públicas en la prensa e ir a los juzgados donde radican las demandas. El foco de lucha no está solamente en el predio de la facultad sino en muchos otros lugares”, cuenta Francisco.
Esta crisis también fue una oportunidad para estrechar los lazos con sus hijos. “Estuve más tiempo con mi hijo y, como papá, supe más acerca de sus ideales, de sus preocupaciones y propósitos. Aprendí a valorar más la lucha que está realizando. Pero sobre todas las cosas, valoré mucho su dignidad, que luche por ella, por su país y por una mejor educación. Y el hecho de que ponga todo de sí para que esto mejore”, señala Francisco, quien no puede precisar el momento exacto en que decidió involucrarse, pero no hay duda de que lo está cuando dice “estamos en paro” como si fuera un estudiante más. “Esta lucha no tiene vuelta atrás mientras el decano no renuncie. Los alumnos están conscientes de eso”, agrega.
Y si hace falta hacer un balance, Teresa tiene uno preciso: "¿Sabés qué es lo más lindo? Estos corruptos les enseñaron a nuestros hijos cómo luchar por sus ideales. Que no importa lo que pierdan, sus valores deben prevalecer. Es lo más bonito que estoy encontrando en esta lucha. Creo que él consideró que nuestros hijos son tontos y no lo son. A los jóvenes de hoy hay que respetarlos”.
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Razones que dan fuerza
Son varios los motivos que impulsan a los estudiantes a seguir con el paro y, junto con sus padres, exigir la renuncia del ingeniero Éver Cabrera; entre ellos, el convencimiento de que su designación se dio en forma irregular, ya que habría realizado su escalafonamiento un mes y medio antes de ser designado como decano, solo para poder acceder al cargo. Asimismo, su actitud al haber planteado dos recursos de amparo contra los estudiantes, uno en forma particular y otro a través de los funcionarios. Otra razón es que, siendo director del INTN, Cabrera contaba con rubros como docente en la Fiuna en horario en el mismo horario. En declaraciones a la prensa, Cabrera aseguró que el pedido de su renuncia es infundado y que las manifestaciones serían una dictadura estudiantil disfrazada. Las denuncias están en fase de investigación en la Fiscalía.
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La voz del estudiantado
El pasado lunes 14 se reunió el Consejo Superior Universitario (CSU) de la Universidad Nacional de Asunción, que votó en contra de la intervención de la Facultad de Ingeniería, la cual se encuentra en paro total desde hace más de 100 días. Para proceder a la intervención se necesitaban 34 votos del total de 50 miembros del CSU. No obstante, solo 24 de los 39 presentes votaron a favor.
Liz Díaz, vicepresidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ingeniería, asegura que desde el primer momento en que entraron en paro estudiantil se sintieron amenazados, sospechaban que los iban a perseguir por estar tomando estas medidas. Y así fue: días después, el decano Éver Cabrera solicitó un recurso de amparo contra 10 estudiantes. “Nosotros llevamos adelante la decisión de nuestros compañeros. Por más que nos quieran decir que esto es solo idea del centro de estudiantes, no vamos a poder impedir que más de 1.000 alumnos entren a clases. Mis padres supieron desde un primer momento que teníamos que defender una postura decidida en nuestra asamblea”, asegura Liz.
Herbert Segovia, presidente del Centro de Estudiantes, tiene a sus padres en Caaguazú, pero asegura que lo apoyan incondicionalmente porque entienden que su lucha no es contra una sola persona, sino contra la estructura. “Estamos conscientes de que si realmente no se consigue transparentar la Facultad y eliminar esa estructura que se basa en favores políticos, toda esta lucha de 100 días habrá sido en vano. No queremos que de aquí a 30 años, sean nuestros hijos los que estén 50 días de paro por algo que nosotros tuvimos la oportunidad de limpiar. Eso es lo que más nos motiva”, asegura Herbert.