19 may. 2025

Esconder el drama social bajo la alfombra

Por Andrés Colmán Gutiérrez – Twitter: @andrescolman

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El periodista Andrés Colmán Gutierrez. | Foto: Archivo.

En 1983 se produjo una de las mayores crecientes del río Paraguay y los pobladores humildes de la Chacarita tuvieron que migrar obligadamente desde las zonas inundables hasta el sector alto de Asunción. Un grupo numeroso se instaló sobre Yegros, detrás de la sede de la Universidad Católica, en busca de refugio en precarias chozas de hule y cartón.

El panorama de la improvisada villa miseria le molestó al dictador Stroessner, que cada mañana pasaba por allí, en su trayecto desde Mburuvicha Róga hasta el Palacio de López. Entonces decidió solucionar el problema: ordenó al intendente de facto, Porfirio Pereira Ruiz Díaz, que levante una colorida y alta mampara cerrando la calle, para tapar la visión del lamentable caserío.

Aquella especie de muralla de Berlín fue famosa en la época. Ya nadie veía a los pobres, por lo tanto la pobreza no existía. Pero detrás de la colorida muralla se seguía tejiendo el descontento social que años más tarde le costaría la caída al propio dictador.

Lo que hizo Stroessner es más o menos lo mismo que pretenden hacer ahora una mayoría de los concejales de Asunción y San Lorenzo, con respecto el controvertido tema de los limpiavidrios.

Prohibir a través de una ordenanza la actividad de los informales que simulan limpiar parabrisas en los semáforos, como estrategia de sobrevivencia, es solo tratar de esconder el drama social bajo la alfombra. Es como ponerle una curita a la herida, sin tratarla previamente. La herida seguirá agravándose y el cuerpo seguirá enfermo. Es cierto que la existencia de los limpiavidrios incomoda a un amplio sector de la ciudadanía. Es una presencia extorsiva en las calles, pero también es la expresión de una problemática más profunda, que no se diluirá con apenas sacarlos por la fuerza de las calles.

He cuestionado al intendente Mario Ferreiro por sus vacilaciones en el caso Karina, o por la desprolijidad con que manejó las desvinculaciones laborales de los supuestos planilleros en la Comuna, pero comparto su postura de no ceder al resabio populista y dictatorial de los concejales, solo por ganarse la simpatía de una mayoría superficial y poco tolerante ante la realidad social. Que un político, a veces, esté dispuesto a perder popularidad por no traicionar principios, es algo loable.

Coincidimos en que hay que hallar una solución a la presencia de los limpiavidrios, cuidacoches y otros personajes de la degradación urbana, pero ello solo será posible si buscamos juntos una manera más real de superar la miseria, la corrupción, la ignorancia, la exclusión social... Un proceso en el que debe involucrarse no solo la Municipalidad, sino también el Estado y toda la sociedad civil.