Existen varios modelos de yacarés, dijo Horacio Cartes. También existen distintos modelos de integración. El brexit demuestra que no todos están contentos con el modelo de integración establecido en la Unión Europea (UE). ¿Qué consecuencias tendrá la salida de Inglaterra de la UE? No lo sé ni quiero hacer conjeturas. Sin embargo, hay algo que me llama la atención en el debate de pro y contra el brexit, y es la utilización de argumentos racistas; no en todos los casos, pero en bastantes.
Uno de esos argumentos es el de que Inglaterra debe protegerse de la injerencia extranjera, tanto en la imposición de políticas sociales, como en el ingreso de inmigrantes. Queremos recuperar nuestro país, dijeron muchos.
Sin duda, hay muchos inmigrantes en Inglaterra, como en otros países de la UE. Ellos hacen trabajos que los europeos no quieren hacer por el bajo salario. Es difícil que el brexit termine con esa fuente de trabajo barato, porque resulta necesario.
Por otro lado, los inmigrantes pobres son el otro aspecto de la globalización: si las multinacionales (o sea, el capital) están en todas partes, es natural que también estén en ellas el trabajo. La libre circulación de personas, bienes y servicios es un principio básico del orden económico internacional vigente.
Fundamentalismos. Por desgracia, es fácil manipular la opinión pública recalcando la presencia de negros en las ciudades europeas, mientras se ignora la presencia de empresas extractivas en Congo o Nigeria. La derecha ha llegado a identificar a los inmigrantes con los musulmanes, y a los musulmanes con los fundamentalistas islámicos. Es un prejuicio racista, carente de racionalidad como todo prejuicio. Al mismo tiempo, los atentados terroristas de la extrema derecha, últimamente, han igualado en número a los atentados islámicos, aunque se pretenda ignorarlos.
Y lo anterior nos lleva a lo siguiente: el resurgimiento del fascismo. Concedo que la palabra fascismo se ha utilizado con demasiada imprecisión, para descalificar a quien uno quiere descalificar.
Sin embargo, en este caso se la puede utilizar, porque no se trata del fascismo ortodoxo, el de Hitler y Mussolini, sino de lo que Umberto Eco llama Ur-Fascismo. Ur en el sentido de originario o básico, para designar los rasgos comunes de las ideologías fascistas, no desaparecidas en 1945 (artículo disponible en http://interglacial.com/pub/text/Umberto_Eco_-_Eternal_Fascism.html).
Uno de esos rasgos es el racismo, que nace del temor a la diferencia, del rechazo de los intrusos. Este rechazo aumenta en tiempos de frustración, como la producida en crisis económica, en que se necesitan chivos expiatorios, y los inmigrantes pueden cumplir esa función; contra ellos se desarrolla un nacionalismo fanático, el que provocó la Segunda Guerra Mundial y, sin llegar a eso, puede hacer mucho daño.