19 abr. 2024

El placer de matar

Los psicópatas no abundan en la historia criminal del Paraguay y quizás por eso el caso reciente, que involucra a una pareja que mató por placer, estremeció a la sociedad y dejó latente una preocupación: ¿existen mecanismos de prevención y tratamiento de este tipo de episodios?

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Un día, los paraguayos nos encontramos cara a cara con una realidad que creíamos propia de lugares alejados y que solo se veía por televisión. Pensábamos que nuestra sociedad era inmune a episodios como el que involucró a Gisella Milea Otto y a Isaías Raúl Torres, y a su víctima Agustín Emanuel Bogado. Porque en Paraguay no se conoce ningún caso de alguna pareja que haya asesinado por el mero placer de hacerlo. Pero el horror, había sido, también habita entre nosotros.

El crimen, ocurrido en febrero de 2014, había sido presentado inicialmente como un caso pasional, e incluso las primeras sospechas recayeron sobre la novia del asesinado, la modelo Jazmín Baranda. Solo la persistencia de la madre de Agustín, y sus reiteradas entrevistas con el entonces presunto asesino de su hijo, derivó en una dirección insospechada: el asesinato fue obra de una pareja.
Y lo que parecía ser un acuerdo para un trío que salió mal, pasó a ser un caso de homicidio por placer cuando se conocieron los mensajes que la pareja asesina intercambió después de la muerte de Bogado. En ellos, Torres y Milea Otto se regodean recordando los detalles del crimen y comprometiéndose a repetirlo solo por el placer que les produjo matar a alguien.
Enterarse de los escalofriantes pormenores fue un cimbronazo para la sociedad paraguaya, que empezó a interesarse en las conductas de los psicópatas, a preguntarse si casos como este podrían reiterarse y a preocuparse por la posibilidad de que la respuesta a este interrogante fuera afirmativa. El escalofrío que entonces recorrió la espina dorsal de muchos paraguayos todavía no se extinguió.
Único, hasta ahora
“En mis prácticas tuve muchos casos muy densos, de crímenes, de diferentes tipos de homicidio. Pero este nivel de crueldad y perversión no llegué a evaluar. Y de los que salen a la luz, es uno de los pocos, tal vez el único, porque se trata de una pareja que actuó de manera premeditada”, comenta la psicóloga forense Alma Segovia.
La profesional, graduada en Psicología y en Derecho, trabaja para la Corte Suprema de Justicia desde hace 15 años. La mayor parte de ese tiempo estudió a condenados y actualmente lo hace con adolescentes. Segovia recuerda solo casos individuales, como el de la mujer que asesinó a sus dos maridos para cobrar el seguro de vida, o el del ciudadano europeo, un estanciero que mató a tres personas, entre ellas a uno de sus peones, dos ejemplos de crímenes perpetrados por psicópatas.
En el caso de esta pareja, ambos presentan rasgos psicopáticos, pero si son o no, hay que verlo, porque puede tratarse de un trastorno sádico de la personalidad, que es parecido. Pero para determinar eso se necesitan varias entrevistas, aunque generalmente este tipo de crímenes son cometidos por psicópatas, según el psicólogo y psicopatólogo forense Eduardo Bieber.
Pero ¿qué es un psicópata? Es alguien con una personalidad peculiar, en la cual domina la ausencia de emociones morales, como la empatía, la culpa o el sentido de la justicia. Presentan un gran narcisismo y capacidad de mentira, y una propensión a la explotación del otro, con poco miedo ante el castigo, según define el experto español en criminología y psicología forense Vicente Garrido Genovés, en la página Periodismo Digital.
Las causas que pueden desencadenar un trastorno psicopático son varias. Segovia afirma que es multifactorial, y que concurren tanto factores biológicos como psicológicos y ambientales. “En cuanto a lo biológico, tenemos explicaciones desde la neurociencia, que involucran a la corteza prefrontal, de algún daño en la corteza cerebral que hace que esta persona venga con una falla”, agrega Segovia.
Garrido Genovés sostiene que hay una predisposición, motivada por un sistema nervioso que parece menos preparado para interpretar las claves emocionales y para tomar decisiones que consideren el bienestar personal de uno mismo y de los demás a mediano y largo plazo. El ambiente puede fomentar creencias y hábitos antisociales, favoreciendo estos rasgos innatos.
“La estructura cerebral es compleja; tenemos las hormonas que regulan nuestras emociones y puede existir ahí algún inconveniente. Los factores psicológicos influyen desde la concepción: si el hijo fue o no deseado, qué problemas afrontó, si hubo o no consumo de alguna sustancia que haya tenido consecuencias en lo bío-psicológico en el niño, el abandono, etcétera”, añade Segovia.
Cuántos son
Si los psicópatas están entre nosotros, ¿se sabe qué porcentaje de la población puede sufrir este trastorno? No hay números concluyentes. En un curso realizado recientemente en Ecuador, sobre evaluación de la psicopatía, los participantes analizaron varios casos de la región y concluyeron que no es posible determinar porcentajes, lo que en el caso del Paraguay es aun más difícil porque prácticamente no existen investigaciones al respecto.
Sin embargo, en el citado curso se resaltó –aunque sin mencionar cantidades– que en Latinoamérica existe un porcentaje bajo de psicopatías, comparado con otras regiones. Garrido Genovés afirma que se estima que un 1 o 2% de la población es considerada como psicópata pura, y que por razones biológicas y sociales –sin especificar cuáles son–, el hombre tiene una presencia mayor en el trastorno, aproximadamente de 5 a 1.
Bieber asegura que en cualquier cárcel, entre un 20 y un 30% de la población probablemente sea psicópata. Pero en Paraguay, lo que se suele diagnosticar es un trastorno antisocial de la personalidad (TAP) o sociopatía. “El sociópata es el que tiene ya una carrera delictiva de joven, es un delincuente juvenil. En cambio, los psicópatas, o la mayoría de ellos, no son criminales o no están en la cárcel”, explica.
Otra pregunta es si se pueden detectar en la infancia conductas o rasgos que deriven en una psicopatía, a lo que Segovia responde que uno de los indicadores considerados clásicos hasta ahora es si el niño presenta crueldad hacia los animales. “Eso debe llamar la atención; claro que puede haber sido un momento nada más, porque descargó su ira, algo solo circunstancial. Pero tenemos que prestarle atención a ese indicador”.
Además de la crueldad contra los animales, otro indicador es la enuresis –que consiste en la falta de control sobre los esfínteres– y la piromanía o la atracción por el fuego, y el gusto de provocar incendios. Sin embargo, esto tampoco es estricto, porque no todos los chicos a los que les gusta el fuego terminarán siendo psicópatas, porque “una cosa es pensar y otra, actuar”.
“En Paraguay, la psicopatía se conoce poco, porque para diagnosticar eso tenés que contar con experiencia, y se recurre a sistemas de evaluación especiales utilizados en las cárceles que no escuché que se lleven a cabo en nuestro país, porque hay que hacer un curso para poder aplicarlos. Se habla del tema pero, oficialmente, en los informes de la fiscalía, del Poder Judicial, no aparece la psicopatía, sino el TAP”, señala Bieber.
También hay un test reconocido a nivel mundial, que es el más utilizado en las áreas penitenciaria, clínica y forense, denominado PSLR, que evalúa la psicopatía en los adolescentes. “Pero aun con ese test, no podemos ponerle a un joven la etiqueta de psicópata, porque puede presentar rasgos psicopáticos que lo llevarán, o no, a cometer algún delito más adelante. No siempre el que es psicópata va a cometer un delito”, aclara por su parte, Segovia.

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Comportamiento
No hay un rasgo físico que permita reconocer que alguien es psicópata, pues generalmente son personas seductoras, encantadoras, agradables, sociables; están perfectamente camufladas en la sociedad y no se llega a percibir que puedan constituir un peligro, porque lucen como cualquiera de nosotros.
Los psicópatas integrados son los que están perfectamente insertados en la sociedad. Puede tratarse de un jefe, un político, una persona que está a nuestro lado: “Cualquiera puede ser un psicópata integrado, que no comete delitos, puede morirse sin cometer alguno”.
Segovia asevera que todos podemos tener algún pensamiento psicopático. Por ejemplo, “cómo quisiera tirar a esa persona por la escalera”, con la diferencia de que no llegamos a concretar ese impulso, no pasa del pensamiento y en eso intervienen las barreras morales y otros obstáculos que nos impiden cometer el acto.
Tampoco un solo delito hace a la estructura, sostiene la profesional y agrega que es por eso es que “hay que mirar todo, la historia de vida, la historia escolar, cómo se comportaba en su entorno; hay rasgos, personas que responden de cierta manera ante situaciones; no se puede decir ‘esta persona es completamente psicópata’, porque hay niveles”.
¿Se puede curar? “Por desgracia, en la actualidad no, aunque su violencia disminuye con la edad”, afirma Garrido Genovés, algo en lo que Segovia coincide, aunque señala que sí se puede llegar a tratar la comorbilidad en el psicópata, por ejemplo, si tiene un trastorno de ansiedad o una depresión.
Se interviene desde la psicología, se trabaja con ellos, se les ayuda a realizar una labor-terapia, se les ayuda a controlar sus impulsos, de acuerdo a cada caso y personalidad. Se van haciendo diferentes intervenciones, pero no un tratamiento, porque ellos generalmente no responden a estos.
¿Qué es lo que se le enseña a un psicópata en un tratamiento? Se le enseña a sentir emociones, que es lo que tiene bloqueado: por ejemplo, la compasión, la empatía. “Una situación que se le plantea es: ‘Murió tu papá, ¿qué sentiste?’, y responden: ‘Y lloré’, pero no saben explicar la emoción, porque no la sienten”, explica Segovia.
La profesional aclara que no se pueden crear emociones en quien no las tiene, y lo que los psicópatas hacen es copiar. Pero a veces hay ciertas situaciones o personas que generan emoción en ellos y en esos casos hay que analizar cuál es el grado de psicopatía.
Culpables
Los expertos coinciden en que la psicopatía no es un atenuante del delito que cometen los psicópatas y que el trastorno no los hace inimputables, por lo que son absolutamente responsables de sus actos, al contrario de un enajenado mental, quien sí puede ser inimputable porque no está consciente de lo que hace.
“En el caso de estos ‘chicos’ (Milea Otto y Torres), hubo perversión y placer. Hay elementos que están saliendo a la luz y parece que ya hubo otras ocasiones, aunque todo puede ser una fantasía de él (Torres) para convencer o impresionarla a ella. Más bien parece producto de su fantasía, porque no hay denuncias de desaparición con las características que él menciona”, afirma Segovia.
La psicóloga forense explica que, en cualquier caso, se debe tener un diagnóstico correcto de psicopatía, pero aclara que ese diagnóstico es muy difícil de hacer en Paraguay, porque los profesionales deben trabajar con la población condenada, y no existen suficientes recursos humanos para la tarea.
“Tenemos una población aproximada de 4.000 internos, y dentro de la cárcel de Tacumbú hay cuatro profesionales psicólogos. Esa cantidad no va a dar abasto. Tampoco se cumple lo que dice el Código de Ejecución Penal, que habla de clasificar a los internos por delito. Están hacinados, mezclados y así cuesta llegar a la rehabilitación de la población común, ni qué decir de los psicópatas”.
Contar con un lugar adecuado para la rehabilitación y reinserción de los condenados es una deuda pendiente del Estado, lo que se agudiza en el caso de los psicópatas, porque ellos deben estar apartados de la sociedad.
“A veces hay una evolución positiva a lo largo del tiempo. Se vuelven adultos, van pasando por diferentes etapas y merma esa necesidad. Pero no siempre, por eso hay que hacerles un seguimiento. Como les digo a mis colegas: este caso no termina aquí, hay cosas que analizar y, sobre todo, debemos estar pendientes de cómo van evolucionando y darles algo que hacer en la cárcel, preparar un plan de trabajo para ellos, porque la solución tampoco es ir a depositarlos ahí”, apunta.
Segovia no está de acuerdo en aplicar la pena de muerte a los psicópatas que asesinaron. “La gente quiere la punición, el castigo, porque estos casos asustan y nos ponen en alerta, porque no deberían suceder y estamos todos expuestos. Pero tampoco podemos ser un poco psicopáticos y pedir la muerte”, opina. El caso de la pareja de psicópatas asesinos nos cuestiona como sociedad y no enrostra una realidad que hasta ahora no veíamos o no queríamos ver.

Fotos: Javier Valdez/Getty Images.

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Casos sonados

A pesar de que en Paraguay no existen ejemplos de crímenes cometidos por individuos diagnosticados como psicópatas, algunos de sus autores podrían ser calificados como tales.
El de Adolfo Trotte, que asesinó a su esposa, es uno de los más conocidos, si bien en este caso el diagnóstico también fue el de trastorno antisocial de la personalidad (TAP).
Otro ejemplo reciente podría ser el de la Viuda Negra Gladys Andrea Garay, quien trabajaba en la cárcel de Tacumbú como enfermera. Con la ayuda de un cómplice mató a su marido Juan Antonio López para cobrar el seguro de vida. Su primer esposo también falleció en circunstancias extrañas y presumiblemente por la misma razón; es decir, el cobro de una póliza de seguro.
Más atrás en el tiempo encontramos a Luis el Gusano Menocchio, quien no dudó en matar por motivos económicos, tanto en nuestro país como en la Argentina.

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Les interesa

Para los psicópatas la meta última es obtener el control de su ambiente inmediato. Para ello mienten y manipulan, o aterrorizan. También les gusta todo lo que suponga disfrute hedónico: sexo, privilegios, dinero, afirma Vicente Garrido Genovés.

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Modelo de presos
“Es difícil predecir si un psicópata que cometió un crimen volverá a hacerlo o no cuando quede en libertad, porque en la cárcel, generalmente, estas personas tienen un comportamiento modelo, son cumplidoras y serviciales, y pasan desapercibidas”, advierte Eduardo Bieber.