21 jun. 2025

El IRP y sus efectos negativos

Por Luis Sisul (*) |

En los últimos tiempos se ha discutido públicamente la imposición del Impuesto a la Renta Personal (IRP), establecido por la Ley Nº 2.421/04, De Reordenamiento Administrativo y de Adecuación Fiscal.

Los regímenes tributarios son particularmente sensibles a la población y a la opinión pública en general, ya que de ello dependerá que el Estado - el que en su condición de monopolista y haciendo uso del poder de imponer a los ciudadanos, por medio de leyes, el pago obligatorio de cierta porción de sus ingresos y/o gastos- pueda financiar sus gastos. En otras palabras, es un tema sensible porque afecta directamente el bolsillo de la población. Ante esta situación, mucho se ha discutido sobre la moralidad que recae detrás del cobro de cada impuesto.

El impuesto es una imposición obligatoria establecida por ley. Es una carga obligatoria que los individuos y empresas entregan al Estado para generarle ingresos, que deberían ser usados en contraprestaciones necesarias y adecuadas. Los impuestos pueden ser directos o indirectos. Los impuestos directos recaen directamente sobre el contribuyente (persona natural o jurídica). Los impuestos indirectos son los que se cargan sobre los bienes o las transacciones que se realizan con ellas. Por ejemplo, el impuesto al valor agregado (IVA), etc.

Si bien se argumenta que los impuestos directos son más justos, porque recaen directamente sobre la obtención de la renta de personas físicas o jurídicas - y no se transfieren al último comprador, es decir, no son regresivos (esta es una evaluación desde el punto de vista de la recaudación impositiva, que no tiene en cuenta la otra parte de la historia, que es cómo se gastan los impuestos)- , estos impuestos directos, como el Impuesto a la Renta Personal (IRP), son tributos cuyos cumplimientos son difíciles de controlar y, por lo tanto, más fáciles de eludir. La elusión de impuestos consiste en encontrar el hueco legal a la ley para no pagar el impuesto.

Finalmente, y lo más importante, el IRP no es un buen generador de ingresos. Por ejemplo, con el argumento de la justicia tributaria es imposible pensar en cambiar todos los impuestos indirectos por impuestos directos. Si bien matemáticamente es posible, no podría ser implementado porque las tasas serían extremadamente elevadas.

El IRP nace con la idea de que los individuos más ricos paguen, para usar lo recaudado a favor de los más vulnerables (impuesto a la renta personal negativo). Sin embargo, los más ricos son los que más empresas y fuentes de ingresos tienen. Por su parte, cuanto más diversificadas sean las fuentes de ingreso de los contribuyentes (sobre todo de los más ricos), es más difícil de controlar el IRP, y consecuentemente es más fácil eludirlo. Aquellos con mayores ingresos son los que disponen de los mejores asesores impositivos, que podrían buscar las formas de eludir con mayor facilidad el IRP. Por ello, el Impuesto a la Renta Personal puede terminar siendo incluso un generador de injusticia, si es que se impone a los ciudadanos de ingresos medios, ya que estos son los que están sujetos a una mayor facilidad de control: sus ingresos suelen provenir de una sola fuente, el salario.

En el Paraguay, el Impuesto a la Renta Personal ya fue concebido de manera a cobrarles a los asalariados, ya que prevé cobrar a las personas con ingresos equivalentes a 10 salarios mínimos e irá disminuyendo progresivamente en un salario mínimo por año hasta llegar a 3 salarios mínimos mensuales (G. 4,2 millones actualmente). Aparentemente esto surge con la idea de que es la única manera de transparentar la economía. Este argumento no toma en cuenta que la formalización de la economía es en gran parte una cuestión de costo/beneficio, es decir, debido a que al contribuyente le cuesta pagar el impuesto, debería recibir algún beneficio a cambio; por ejemplo, calles y rutas seguras, en buen estado y bien señalizadas; servicio de salud de calidad, ciudades seguras, educación pública primaria y secundaria de nivel competitivo de las mejores privadas, etc.

El IRP reducirá el ingreso de las personas, y por lo tanto tendrá dos efectos sobre los contribuyentes: el efecto sustitución y/o el efecto ingreso. Al disminuir el ingreso de las personas (sobre todo aquellas de ingreso medio), si estas tienen un gasto fijo que cubrir, se verán obligadas a trabajar más para mantener el nivel anterior del ingreso (por ejemplo, tomar trabajos nocturnos).

En otras palabras, lo que podría ocurrir es que aquellas personas de ingresos medios terminen trabajando más horas para cubrir sus costos fijos, y las de más altos ingresos trabajarían menos.

En resumen, el Paraguay debería buscar crecer para reducir las desigualdades y la pobreza. Al mismo tiempo debería concentrarse en la eficiencia del gasto público.

(*) Luis Sisul. Economista por la UNA y Master of Science en Políticas Macroeconómicas para Países en Vías de Desarrollo, por la Universidad de Bradford, Inglaterra. Consultor.