19 abr. 2024

El cerro de todos

A sus pies conviven comunidades de compatriotas que ven cómo el cerro Lambaré se ha convertido en un lugar olvidado por las autoridades. Hogar de numerosas especies vegetales y animales, su potencial turístico se encuentra desaprovechado.

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Fotos: Javier Valdez

El hecho de estar ubicado en territorio asunceno no impide que en el Municipio vecino, con el que comparte nombre, se lo considere como propio, al punto de que en la sede comunal, la silueta del cerro Lambaré es uno de sus símbolos más importantes, tanto como la burrerita y el cacique que inspiró la denominación de esa vasta zona del área metropolitana.
El cerro Lambaré es un núcleo de vida, como lo fue en el pasado, ya sea si nos referimos a las personas que viven en sus alrededores o a la gran variedad de plantas y especies animales que tienen como hogar a la colina y su entorno inmediato.
Fue en este sitio donde los españoles habrían establecido el primer asentamiento europeo en 1537, antes de la fundación de Asunción, aunque el lugar fue posteriormente abandonado. Con el tiempo, Lambaré se fue poblando y en 1766 pasó a ser uno de los distritos de la capital.
En 1962, Lambaré adquirió estatus de Municipio, pero su territorio original fue repartido entre Asunción y la nueva Comuna. Aquella división dejó al cerro en territorio capitalino, pero para los lambareños la icónica elevación sigue perteneciendo a su patrimonio natural.
Espacio vital

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Actualmente, el número de seres humanos que habitan en los alrededores del cerro se encuentra en crecimiento y, simultáneamente —como suele pasar en estos casos—, la vida de plantas y animales corre el riesgo de disminuir o incluso desaparecer, toda vez que no se encuentre una salida ordenada para esta situación.
En el barrio denominado actualmente Santa Librada viven unas 120 familias que adquirieron sus propiedades a lo largo de los años. Se extiende desde la avenida Félix Bogado hasta el límite con Lambaré y va hasta Jukyty. Además, en la comunidad de Cerro Poty viven 27 familias de las parcialidades mbyá y avá guaraní.
Este también es el lugar de asentamiento de más de 350 hogares pertenecientes a los ocupantes de los terrenos que se encuentran en los alrededores de la laguna Cateura. Sus habitantes son, en su mayoría, recicladores que trabajan en el vertedero, pero todavía se desconoce el número exacto de personas que moran en las inmediaciones del cerro.
Julio Vázquez tiene 70 años, es el presidente de la Comisión Vecinal Cerro Guy y un conocedor de la problemática del cerro Lambaré. Puede hablar con autoridad porque vive en el lugar desde 1966 y es un activo dirigente vecinal, condición que le ha llevado a participar en congresos de vecinalismo en el extranjero.
“Nuestra misión es mejorar nuestro barrio, nuestra comunidad. Vivimos en un lugar que es un destino turístico obligado, pero nuestro sector nunca recibió atención de las autoridades”, se lamenta Vázquez.
El dirigente es un incondicional de su barrio y del cerro. Todos los días, a las 5.30, se dirige con su esposa a la cercana colina para sus ejercicios físicos. No son los únicos, porque el lugar atrae a gente de todas las edades de Asunción y de Lambaré, que acude a hacer caminatas cualquier día de la semana, pero principalmente los domingos.
Fuera suciedad
Vázquez comenta que después de la última crecida, la zona quedó inundada de basura. “Le hace falta una limpieza general a la entrada y recuperar el lugar. Sentimos vergüenza como habitantes cuando vienen extranjeros y preguntan cuál es el motivo de esta dejadez”, señala.
No es poco lo que está en juego. En esa zona hay más de 40 especies de plantas identificadas por técnicos en la materia. Una de las más características es el ysypo, del cual florecen cuatro variedades (de color amarillo, blanco, rosado y lila). Es hogar de varias especies de aves, pero el ysypo hoy está en peligro porque fue depredado para fabricar canastas.
“La laguna Cateura es un hermoso lugar al que no se le da importancia. Nosotros queremos que sea ejemplo de conservación de un sitio en el que hay muchas especies de peces. Hay más de 10 y se destacan el surubí, el carimbatá y el pacú. Pero la gente va, tira su red y consume; no hay cuidado de ningún tipo”, revela Vázquez.
El poblador sostiene que el vertedero debe ser trasladado a otro sitio y afirma que “la gente no debe vivir en ese lugar insalubre”. Ellos (los recicladores) también se van a beneficiar con la mudanza si hay un ordenamiento y son organizados y capacitados en actividades, para que los sábados y domingos, cuando aparecen los turistas, puedan vender cosas, por ejemplo”.
Desaprovechado

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En el cerro no hay una infraestructura adecuada para recibir un número elevado de visitantes, pues en la cima no hay agua corriente ni baños. “Hace falta algún restaurante en la cima, como el que había antes, cuando la gente venía a partir de las 22.00 a compartir. El aire que se respira a esa hora y a la madrugada es increíble. Hoy casi nadie disfruta del cerro, está desaprovechado”, dice Vázquez.
La Municipalidad de Asunción, “propietaria” del cerro, es la encargada de rehabilitar el emblemático sitio, o al menos la responsable de buscar soluciones para su estado actual. “Lo que pasa es que por mucho tiempo estuvo descuidado y ahora estamos tratando de elaborar un plan de manejo, como nos exige la ley”, asegura David Cardozo, director de Gestión Ambiental de la Comuna capitalina.
El funcionario informa que una mesa interinstitucional determinará cuál será el plan para el cerro, en el marco de su declaración como área silvestre protegida. Con la Fiscalía y el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) se conformará una mesa técnica y se dará participación a las comisiones vecinales.
Se prevé la creación de un área de amortiguamiento y la protección arbórea del lugar. Se hará un inventario de la infraestructura y con la ANDE se acordará la iluminación. La seguridad para los visitantes también está contemplada entre las tareas.
Todavía falta delimitar las 11 hectáreas incluidas en el área protegida. La responsable de la dirección de Participación Ciudadana, Yanik Villasboa, afirma que están llevando adelante la tarea en conjunto con la Municipalidad de Lambaré, entre otros motivos “porque los lambareños sienten como suyo el cerro”.
Hasta ahora no están definidas las líneas maestras del amplio proyecto para recuperar el cerro, pero al menos las conversaciones para diseñarlas ya están en marcha. “Es un lugar maravilloso, un pulmón de vida, que tiene una energía increíble. Quienes hacen caminatas a primera hora o a la tardecita dicen que este lugar es su médico”, revela Julio Vázquez. Los beneficios de recuperar el cerro de todos para la ciudadanía son tan elevados como este monumento natural.

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Primer asentamiento

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Los españoles desembarcaron en 1537 en las cercanías de donde hoy se ubica el hotel Itá Enramada. El asentamiento fue el primero que los conquistadores establecieron en lo que hoy es territorio paraguayo.
Oficialmente, Lambaré fue fundada en 1766 por el gobernador Carlos Morphi, un irlandés al servicio de la Corona española. El actual Municipio fue creado el 5 de junio de 1962, durante la dictadura de Alfredo Stroessner.


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Con el fuego apagado
El cerro Lambaré tiene origen volcánico. Mide 156 metros y pertenece a la cordillera de Ybytypanemá, que incluye además a los cerros Tacumbú, Ñemby y Yaguarón.