Por Saira Baruja - Enviada especial - Misiones
Tañarandy, históricamente es conocido por ser uno de los pueblos nativos que se resistió a la evangelización de los jesuitas.
Paradójicamente, ese mismo pueblo reivindicó este legado con la recordación de los 250 años de la expulsión de los religiosos de la corona española.
La ya tradicional procesión del Viernes Santo por el Yvága Rape hasta llegar a la Barraca, se transformó en una pequeña reseña teatral con una pizca de historia que llegó al corazón de los casi 10.000 visitantes.
Para no salir de lo tradicional, La Dolorosa fue acompañada, como hace 25 años, por los estacioneros hasta reencontrarse con su hijo Jesús crucificado.
Pero lo que sorprendió a todos fue la aparición de un violinista en medio de la laguna, en una canoa remada por un indio guaraní.
Un imponente elenco de actores, a cargo del profesor Juan Méndez del Instituto Superior de Bellas Artes, dramatizó la salida de los religiosos de los territorios conquistados por España. Entre aplausos y gritos de alegría del público.
Veinte mil velas en cáscaras de apepú y antorchas en estacas iluminaron el Yvága Rape, mientras que luminarias flotantes dieron vida a la laguna de la Barraca donde se expusieron tres cuadros vivientes.
El público expectante y ansioso copó la Barraca, generando problemas de organización a último momento. Sin embargo, la satisfacción con la que salieron del lugar, reflejada en los aplausos y algarabía, minimizó los pequeños desajustes.
Familias enteras disfrutaron un año más del arte, la historia, el talento y la fe de todo un pueblo que promete seguir sorprendiendo año tras año.