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De aquella exitosa versión en dibujos animados que Disney lanzada a principios de los 90, se ha servido para hacer esta nueva presentación con actores y efectos especiales fantásticos. No solo se han mantenido las canciones más emblemáticas, sino secuencias completas. El elemento humorístico se mantiene, aunque disminuido, quizá porque con los dibujos es más fácil y se apunta a hacer reir a los espectadores más chicos.
Por supuesto, toda la tradición de Disney en contar este tipo de historias en forma de un musical, con príncipes y plebeyos mezclados, es como una marca registrada que no se pierde. Les sale a la perfección con los ojos cerrados. Las coreografías son remarcadas con movimientos de cámara que incluyen tomas aéreas que están también sincronizadas con los cantantes y bailarines.
Hay que hablar de los actores, porque el desafío de encarnar a Bella ha recaído en Emma Watson, quien posee un carisma que es explotado al máximo por el director. Su rol en el protagónico fue acertado y resalta más teniendo en cuenta que la mitad del elenco, que son estrellas de primer nivel, solo pone las voces y aparecen recién al final. No caben dudas de que ella sobrelleva con soltura su papel y es responsable, en gran medida, de la expectativa que se ha creado en torno a la película.
El toque gay dado a Lefou ha sido exaltado desmedidamente por algunos espectadores. No es más que algo anecdótico que no añade ni quita fuerza a la realización. Todo ha sido más bien alharaca mediática. Nada les pasará a los niños y niñas que vean la obra.
Como producción es una maravilla visual y musical. La historia es harto conocida y nada nuevo aparece en ella, pero está contada a buen ritmo y con un colorido y dramatización muy profesional que la hace sin duda unas de las películas del año. Véala en familia y disfrute si le gusta el género.
Calificación: ***1/2 (buena a muy buena)