18 jun. 2025

Cartoneros de Buenos Aires ven arder su futuro entre cenizas de basura

Al sector cartonero de Buenos Aires le ha llevado más de una década de disputas oficializar su estatus laboral con el Gobierno de la ciudad. Basta que las aguas se vean calmas para que la aprobación de una ley para quemar basura en la calle sitúe una vez más a la profesión al borde de la precariedad.

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Foto: Reuters

Naiara Bellio/EFE

La presencia de los recuperadores urbanos -dedicados a la recolección de materiales reciclables de la vía- y sus carros en las calles capitalinas es moneda corriente, pero no ha sido sin una lucha sindical constante que hace 16 años se logró su incorporación oficial al mercado formal.

“Antes pagábamos nosotros un camión y nos llevaba uno del barrio. Ahí uno cobraba por semana y de lo que juntábamos le teníamos que dar al que nos llevaba en el camión, éramos unos 30", describe Leandro Perejil, quien ahora ostenta un cargo de coordinación de pesaje en la cooperativa “El Amanecer de los Cartoneros”.

Esa asociación (de la docena que opera en capital) agrupa a más de 800 profesionales que trabajan diariamente bajo supervisión y en mejores condiciones, a pesar de ser miles los que continúan sin amparo laboral, especialmente debido a la eclosión de personas que se lanzaron a recoger cartón tras la crisis argentina de 2001.

“Ahora tenemos un sueldo, antes teníamos que renegar de juntar por ahí y si el muchacho del camión no quería salir, perdías el día de trabajo”, rememora en conversación con Efe.

Una polémica modificación a la ley “Basura Cero” -instaurada en 2006- que permite volver a la termovalorización -quema de los residuos urbanos acumulados en la vía pública- protagoniza ahora las preocupaciones de los que continúan desempeñando la recolección del reciclado, una actividad de la que depende su sustento.

“Te agarraba un día o un fin de semana de lluvia, el depósito no te compraba papel y no tenias plata para pasar el fin de semana”, asegura Perejil, a quien le desaparece la sonrisa de la cara cuando recuerda esa etapa y admite no querer volver a estar “en la calle” si se reduce el caudal de trabajo debido a la incineración.

La ley “Basura Cero” se basa en un plan de sostenibilidad que establecía cifras de reciclaje para reducir basura en un 75% para 2017, porcentaje que no se ha alcanzado, y que prohibía expresamente la termovalorización, una medida a la que se ha decidido recurrir para llegar a la meta del 80% fijada para 2030.

Pese a que la normativa contempla que se incineren únicamente residuos “no reciclables”, desde las cooperativas lo ven claro: “esto se va a empezar a achicar, van a empezar a necesitar menos gente de trabajo y cuando nos demos cuenta no vamos a hacer falta”.

“Y es un laburo (trabajo) importante el que hacemos, la verdad es que nosotros nos sentimos orgullosos de poder estar cooperando con el sistema ecológico, frente a la contaminación”, señala Jorge Cárdenas, ex cartonero y a cargo de la logística de la planta.

El factor medioambiental también les preocupa sobremanera. Aparte de ganarse el “pan de cada día” gracias al cartón, el plástico y el vidrio que recogen, comprenden que la emisión de gases tendrá “consecuencias negativas” en el ambiente ya contaminado de la urbe, como ya denunció la organización ambientalista Greenpeace.

Según el texto legislativo oficial, con la regulación se estará “facilitando el trabajo de los recuperadores”, ya que se reducirán las casi 7.000 toneladas de residuos que genera el cono urbano al día y la clasificación será más sencilla pero, para ellos, no será de esta manera si les retiran material para recolectar.

“Nosotros dependemos de esto, mucha gente depende de esto. Trabajo no hay, tenés que tener estudios y la mayoría acá no tenemos”, admite Graciela, también cartonera de “El Amanecer” y conocedora del oficio desde los once años, cuando comenzó en él.

“Hasta para limpiar un piso te piden estudios, yo no terminé los míos lamentablemente porque tuve que salir a cartonear de chica”, cuenta con mirada incierta.

Además, desde el Ejecutivo porteño aseguraron que la quema se hará en “hornos apropiados con múltiples sistemas de control”, pero esto no despeja sus críticas de que las incineradoras se apostarán en barrios periféricos, por lo que continuará afectando a los sectores de población más marginales de la ciudad.

“Van a estar siempre en la orilla de los barrios humildes y a la larga nos va a seguir afectando en todos los sentidos, en el trabajo y en salud”, suspira Cárdenas.

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