En Paraguay, Diego es profesor de piano y enseña en el conservatorio de la Facultad de Ciencias, Tecnologías y Artes de la Universidad Nacional del Pilar. Él, junto a otros compañeros, hacen 14 horas de viaje desde Asunción, una vez a la semana, para llevar el arte a las aulas.
El joven viajó a Estados Unidos a mediados de este año para un programa de verano denominado Program for Young Artist at Pittsburgh Festival Opera, que consiste en un entrenamiento integral para jóvenes cantantes de ópera. Allí vio la oportunidad de ayudar en su país natal.
“Cuando veía tantos pianos sin usarse, yo pensaba... y pensar que en Pilar no hay pianos”, comentó el tenor. Fue así como habló con varias personas acerca de cómo es la educación musical en Paraguay y sobre el Conservatorio Sofía Mendoza, para buscar la forma de mejorar la situación.
Los primeros en apoyar la iniciativa fueron los de la mesa directiva de Pittsburgh Festival Opera,con la cual Diego había participado en cuatro producciones en los pasados junio y julio. El presidente de la organización es un médico que prestó servicio voluntario en el Chaco durante los años 70 y no dudó en ayudar.
Para poder traer pianos a Paraguay, el proyecto constó de dos partes: la primera, conseguir la donación de instrumentos, y la segunda, recaudar el dinero para los gastos de envío, que se hizo través de conciertos. “La idea de juntar el dinero y quien me motivó a trabajar en esto es la periodista Natalie Bencievenga, ella me dio el modelo de cómo hacerlo”, explicó.
El objetivo fue recaudar USD 3.500 para el envío de los instrumentos musicales donados. Así que empezaron buscando sponsors y anunciantes. Las donaciones tenían que ser dirigidas a Pittsburgh Festival Opera, ya que la organización tiene capacidad jurídica de recibir donaciones.
“The song of forest” fue el título del repertorio para la gira que encararon con el fin de lograr juntar el dinero. Las actuaciones se realizaron en Detroit (Michigan) y Pittsburgh (Pensilvania).
Las canciones que integraron esta selección son músicas paraguayas inspiradas en la naturaleza. “Desde un comienzo tuve fe en el repertorio que escogí", resaltó el músico.
Como atractivo principal se escogieron las canciones “El canto de mi selva”, “Cascada” y “Alto Paraná"; además, el auditorio se deleitó con el canto de los pájaros “Chogui”, “Chiriko’e”, “Pájaro Campana”, entre otros.
“El público, que nunca había escuchado de nuestra música, siempre se mostró satisfecho y con ganas de escuchar más de la melodía paraguaya”, mencionó el artista. También recordó el cumplido que recibió del maestro Reza Valli, catedrático de Composición de Carnegie Mellon University: “La música es muy bella, tan llena de diferentes colores”, le señaló.
Misión cumplida
Con el proyecto fueron donados un piano de cola, tres pianos verticales y otros instrumentos que permitirán mejorar la calidad de la educación musical de los jóvenes de Pilar. La meta de dinero se sobrepasó, con una recaudación de USD 4.000. “Podríamos tener más pianos incluso, pero necesitamos más dinero para los gastos de envío”, señaló Diego.
El lunes fue el último concierto del artista paraguayo en suelo estadounidense. Este martes regresa al país para retomar sus clases en el Conservatorio Sofía Mendoza, que el año siguiente verá su primera promoción de profesores superiores.
“Estoy orgulloso de pertenecer a una generación de músicos que está trabajando por lograr tantos cambios positivos para la escena cultural del país”, reflexionó el joven artista.