EFE
“En el Cono Sur, Argentina, Chile y sur de Brasil, de Sao Paulo hacia abajo, la prevalencia debe estar entre 20 y 40 enfermos por cada 100.000 habitantes”, y esa cifra “decrece de forma notable hacia el ecuador”, dice a Efe Edgardo Cristiano, jefe del servicio de Neurología Clínica y director de la sección de Esclerosis Múltiple del Hospital Italiano de Buenos Aires.
“En países del área tropical, la enfermedad es mucho más infrecuente por suerte para nuestras regiones”, pero en el Cono Sur, la zona “de mayor prevalencia de la enfermedad en Latinoamérica, tenemos diez veces menos que en el hemisferio norte, es decir, Europa, Europa del norte, norte de EE.UU. y Canadá", matiza.
Según Cristiano, cerca de 30 % de los enfermos de esclerosis múltiple a nivel general no están diagnosticados adecuadamente o están subdiagnosticados.
El subdiagnóstico “ocurre principalmente porque se la confunde con otras enfermedades”, y “muchas veces los médicos y los pacientes atribuimos los síntomas al estrés”, señala.
Esta es una enfermedad del sistema nervioso central donde el sistema inmune ataca la mielina, la sustancia grasa que recubre las neuronas y facilita su comunicación.
“Si bien no existe una cura definitiva, tenemos muchas alternativas de tratamiento que permiten el control de la enfermedad”, aclara el doctor.
En el mundo hay 2,5 millones de personas afectadas por esta enfermedad, y en Latinoamérica la cifra asciende a entre 50.000 y 100.000.
“Algunas teorías señalan que posiblemente los vikingos en sus conquistas llevaron en sus genes la predisposición a padecer la enfermedad” en Europa, explica el experto.
También se presenta mayormente en áreas geográficas templadas o frías y las personas de raza blanca son más proclives que los de raza negra o asiáticos.
Las mujeres son más propensas a ella, ya que por cada varón afectado se contabilizan dos mujeres.
Es una enfermedad que afecta a personas de entre 20 y 40 años y genera un impacto socioeconómico fuerte en los sistemas de salud.
“La vida moderna podría tener algo que ver (con este aumento), también en alguna medida la falta de exposición al sol”, dice Cristiano.
Hay que estar alerta a los síntomas para acudir al neurólogo y realizar una resonancia magnética y estudios complementarios que permitan el diagnóstico adecuado y oportuno.
“Muchas veces los síntomas remiten absolutamente y no queda ninguna secuela. Dos años después vuelve a aparecer otro síntoma neurológico que es totalmente distinto. Si primero fue que vi borroso de un ojo, a los dos años por ejemplo se duerme una pierna”, relata.
Ante un padecimiento del que no se sabe cuál es la causa, que no es contagioso y no es típicamente hereditario, hay que aprender a vivir a veces con mareos, problemas de visión, cosquilleo, incontinencia urinaria, entre otras molestias.
María Cristina Abbiati, diagnosticada con la enfermedad desde hace 20 años y miembro de la comisión directiva de la asociación Esclerosis Múltiple Argentina (EMA), señaló el jueves en la clausura del Roche Press Day que “no hay un paciente igual al otro”.
“Más allá de lo complicado que es tener un diagnóstico crónico discapacitante, logré conectarme con otros y lo hice a través de la asociación”, que da soporte a quienes padecen la enfermedad en las áreas legal, social y de salud mental, indicó.