Hace pocos días habilitaron el altar en el santuario ubicado bajo la explanada de la basílica de Caacupé. La idea de los organizadores fue que se habilite con motivo de la festividad mariana.
El retablo tiene una dimensión de 4 metros de alto y 3,30 centímetros de ancho. Predominan los colores rojo (simboliza la vida y sangre derramada por el hijo de Dios), blanco (luz que trajo Cristo a este mundo) y dorado (la divinización de Adán y de los hombres por medio de Jesús).
El altar fue elaborado con semillas de girasol, sésamo, lino, alpiste, mijo, lentejas, chía, soja, poroto blanco, poroto laino, poroto alubia blanco, poroto San Francisco, poroto alubia rojo, maíz tupí, maíz blanco, pororó, arroz y avena.
Todas las semillas fueron utilizadas con su color natural, sin sufrir alteraciones, solamente tienen una capa de barniz para lograr un mejor acabado y protección.
El encargado del diseño, creación, conducción y supervisión del retablo fue Diego Martín Diarte.
El joven artista contó con la colaboración de una importante cantidad de voluntarios, en su mayoría jóvenes, de diferentes pastorales del país.