Muchos de los jóvenes creyentes en los milagros de la Virgen Serrana plasman en sus cuerpos imágenes que para ellos representan su fe o el agradecimiento, otros eligen esta forma de pagar una promesa realizada a la madre de Jesús.
Ariel Tulio, tatuador de la ciudad de Caacupé hace ocho años, comentó que en su haber cuenta con varios trabajos de imágenes religiosas. La virgencita azul, la de Guadalupe, así como Jesús y San Miguel Arcángel son los más elegidos.
“No me parece que se juzgue a las personas por un tatuaje, acá llega gente con mucha fe, generalmente pagando promesas hechas a la virgen”, comentó el profesional.
En los pasillos comerciales de la ciudad de la virgen descubierta por el indio José, también se ofrecen los tatuajes permanentes y hasta los temporales cuyos precios van desde G. 15.000.
“Mucha gente viene para pagar su promesa un 8 de diciembre, en la víspera o en la novena a tatuarse el rostro de la madre del Paraguay. Así pagan sus promesas”, comentó Rocío Cámara, propietaria de un local cercano a la zona del Tupãsy Ykua.
El mismo padre de la joven, Ilde Cámara, tiene en su pecho el retrato de la virgen, justo sobre el corazón, y del otro lado a Cristo con la corona de espinas durante su pasión.
Ilde se considera un hombre católico y creyente y calificó de “un gran disparate” lo que expresó el obispo durante el novenario.
La polémica se inició el pasado viernes con la homilía del obispo Claudio Giménez, quien criticó a los que se “pintan todo el cuerpo”. Aseguró que quienes se hacen tatuajes “tienen el alma vacía”.