Hace dos semanas culminaron los Juegos Panamericanos, un evento que volvió a poner en evidencia la capacidad organizativa de los paraguayos y de las empresas locales, alcanzando un estándar internacional de calidad profesional y competitiva. La ceremonia de apertura dejó al público maravillado con una sorprendente performance, fruto del talento y la visión de Xenia Kent y Nicole Ayala Dijkhuis, productora ejecutiva y directora artística de Xelebra, respectivamente.
No es la primera vez que estas destacadas profesionales están detrás de un espectáculo de tal magnitud. Ya habían dejado huella con la inauguración de los Juegos Odesur, producción que también causó sensación por su despliegue artístico y técnico.
Para Xenia, todo comenzó de manera fortuita en 2003. “Yo acababa de volver de Estados Unidos, de terminar mis estudios en la Universidad de Kansas, cuando mi prima Vale Gallarini –que estaba embarazada y no podía viajar a Encarnación para una producción de carnaval– le sugirió a su socia que me llamara. En ese momento, no tenía experiencia, pero confiaron en mí porque siempre he sido muy proactiva y con mucha energía. Así que, sin pensarlo mucho, me fui a Encarnación y esa fue mi primera producción. Desde ese instante, me sumergí en distintos tipos de proyectos: Fotográficos, audiovisuales, eventos, conciertos, y así descubrí que esta es realmente mi pasión”, relató.
En ese camino se cruzó con quien se convertiría en su dupla inseparable: Nicole. Multifacética, es directora, productora, coreógrafa, bailarina y docente. Sus inicios se remontan a los estudios de televisión, cuando le tocó ser productora del programa de su padre. “Desde que tengo tres años me críe dentro de un estudio. Muy chica ya hacía todas las muestras de fin de año del estudio de mi mamá. Vivía entre bambalinas con mi papá”, recordó.
COMPLEMENTO PERFECTO
Ambas trabajan juntas desde hace nueve años y coinciden en que la forma en que se complementan fluye de manera natural. Cada una aporta fortalezas diferentes y sus personalidades se equilibran: Nicole es más seria, detallista y disciplinada, mientras que Xenia se define como bromista y relajada. “Esa combinación crea un balance perfecto: Ella me ayuda a no perder de vista los detalles y yo aporto un toque de humor que hace el trabajo más llevadero”, destacó Xenia.
A lo largo de todos estos años, han aprendido a confiar plenamente en el criterio de la otra, a escucharse y a apoyarse en cada proyecto. “Eso ha sido clave para todo lo que hemos logrado hasta ahora”, añadió Kent.
Al momento de crear un evento desde cero, como lo fueron los Juegos Odesur y los Panamericanos, ambas coinciden en que el mayor reto es dejar bien posicionado al país. “Para nosotras representa una enorme responsabilidad y también una gran presión”, afirmaron.
Siendo ellas las cabezas de esta gran empresa, consideran que hoy en día a las mujeres se les brinda cada vez más espacio, especialmente en este ámbito. De hecho, confiesan que en Xelebra, el 80% del equipo está conformado por mujeres.
ARTE QUE TRASCIENDE
Sin duda, el trabajo que realizan Nicole y Xenia marca un precedente y escribe historia a través del arte y los grandes eventos. Para ellas, es un privilegio inmenso. “Significa dejar una huella, mostrar que con nuestro talento y nuestra cultura podemos crear momentos que trasciendan, que inspiren y que hagan sentir orgullosa a nuestra gente. Es demostrar que Paraguay tiene muchísimo que ofrecer, y que nuestras historias, nuestras tradiciones y nuestras creaciones merecen un lugar en el escenario global”, expresa Xenia.
Por su parte, Nicole confiesa que es “lo más hermoso que me puede pasar; me siento bendecida y agradecida con la vida y con Dios”.
Nicole menciona que una persona puede caer mil veces, pero siempre debe levantarse. “Creo que eso soy, eso es lo que les enseño a mis chicas, eso es lo que les transmití a mis alumnas toda mi vida. No es que no vayamos a caer, porque vamos a caer, pero lo importante es levantarse y aprender de la caída. Ese ha sido, en gran parte, el motor de mi vida”, reflexionó.
Por su parte, Xenia comparte una experiencia que marcó un antes y un después en su forma de ver la vida: Hace nueve años realizó el Camino de Santiago de Compostela, recorriendo casi 900 kilómetros a pie. “En esa travesía aprendí algo muy valioso que, curiosamente, esta semana me recordó una niña muy especial de solo nueve años: La meta es el camino”, contó. Y añadió: “La verdadera meta es vivir el presente, disfrutar cada día y valorar cada paso del proceso, incluso cuando el camino se vuelve difícil. Porque si solo te enfocas en el destino final, corres el riesgo de perderte lo maravilloso del ahora: El trabajo, los amigos, la familia, el amor y todos esos pequeños regalos que nos rodean”.
“Esa es, para mí, la gran enseñanza: Aprender a disfrutar del camino, porque ahí es donde realmente habita la esencia de la vida”, concluyó.
