En su libro de memorias que acaba de poner a consideración del público, el ex mandatario dice que la crisis bancaria se gestó mucho antes del tiempo de su gobierno, “por ende, ninguna responsabilidad tuve en ella”.
Agrega que ni antes, durante ni después de la crisis fue accionista–banquero, gerente o administrador de banco o financiera alguna.
Por lo tanto, erróneamente “se puede atribuir a mi gobierno la responsabilidad de haber quebrado bancos y financieras, o que haya sido el responsable de la caída del sistema financiero”, resalta en el capítulo que dedica a este tema.
Resalta que en mayo de 1995 explotó la crisis bancaria. El detonante fue la emisión de cheques de Bancopar depositados en cuentas de particulares como la de Joaquín Maciel Salerno, chofer de Miguel Kemper (director).
Sin tener fondos, se emitían a favor de Miguel E. Kemper y/o Aura de Kemper y de esa manera se realizaba el vaciamiento de la entidad (Bancopar) que alcanzaba a más de veinticuatro mil millones de guaraníes (24.127.018.671).
La acumulación de cartera riesgosa, facilitada por la garantía implícita del Estado a los depósitos y la escala que alcanzaron las malas prácticas, fueron en parte responsables de las falencias bancarias ocurridas a partir de 1995.
“El tercero y el cuarto de los bancos nacionales más grandes fueron intervenidos después del déficit de liquidez en el sistema de compensación de cheques. Luego otros dos bancos, una sociedad de ahorro y préstamo para la vivienda y varias financieras también fueron intervenidos. Los depósitos y la cartera de préstamos de los cuatro bancos intervenidos representaban entre el 12% y el 14% del total de depósitos y créditos en el sistema bancario”, describe la situación vivida.
Sobre las respuestas desde el Estado, cuenta que el Banco Central respondió ante la crisis para evitar el retiro masivo de depósitos y prevenir un quiebre en el sistema de pagos.
“Se intervinieron los bancos, separando a sus administradores, y se les proveyó de liquidez para atender los requerimientos de depositantes en cuentas legalmente registradas, todo de acuerdo con la ley”, subraya.
Su gobierno, dice, propuso gestionar la reforma del sistema financiero, para lo cual encaró previamente el saneamiento de los bancos dentro de las limitaciones y facultades que la legislación vigente permitía.
“La crisis del sector financiero no repercutió en una crisis cambiaria. El país no sufrió salidas significativas de capital o una pérdida de reservas monetarias internacionales, en parte debido a la presencia de bancos internacionales, de bancos estatales, la ausencia de desequilibrios macroeconómicos y la esterilización de liquidez excedente mediante instrumentos de regulación monetaria del BCP.
“De todas maneras, la confianza de la ciudadanía había caído”, reconoce. Cita además que “la prensa irresponsable agitó la crisis”.
Ni la Contraloría, en manos de la oposición, ni el Ministerio Público nos acusaron de habernos apropiado de dinero ajeno.
La Justicia ha fallado dándonos la razón sobre la legalidad de nuestras actuaciones durante la crisis.
Juan Carlos Wasmosy,
ex presidente.
Impacto en reputación personal
Para Wasmosy, la crisis también le representó costos personales. “Han tratado de deteriorar la gestión de mi gobierno, así como mi imagen y reputación personal y la honorabilidad de ministros y directores del BCP. Procesos judiciales alentados por políticos, por cierta prensa y el Contralor General de la República, se instalaron y fueron llevados adelante por fiscales y jueces vedettistas que antes de poner sus escritos primero, llamaban a la prensa y luego de pedir condena, renunciaban a sus cargos sin demostrar perjuicios patrimoniales”.
”Nada hemos temido para ponernos a disposición de la Justicia. Nada hemos robado, con nada ajeno nos hemos quedado. Junto con algunos ministros de mi gabinete y los miembros del Directorio del Banco Central, enfrentamos la tergiversación de los hechos con la inocultable intención de cierta prensa de sentenciarnos antes de ninguna defensa ni fallo final”. La campaña, dice, fue parte del complot con un sector de la prensa para distraer la atención pública acerca de los verdaderos responsables de la crisis.