13 ago. 2025

Viejo, mi querido viejo

Mi viejo “creció con el siglo, con tranvía y vino tinto”, muy cierto, pero también creció a la sombra del Partido Colorado. Su sueño antes de morir era verlo caer del poder. Precisamente un luchador político no era; quizá quería el cambio de signo de puro capricho, o de puro hartazgo.

No sé, creo que lo que en realidad anhelaba era progresar un poco más en la vida, y tal vez esperaba que con otros en el poder las cosas cambiarían para bien. Toda una vida, casi desde niño, trabajando para el sustento diario supongo que cansarán a cualquiera, especialmente pasando los sesenta años.

Nunca había militado políticamente. Lo único que hacía era trabajar..., y esperar a que las cosas mejoren. Y mejoraron. Le tocó el boom de Itaipú y pudo construirse una casita donde crecimos con mamá y mis hermanas. Con sus conocimientos de mecánica y manejando maquinaria pesada encontró trabajo para mantenernos dignamente.

A veces lo recuerdo como un ejemplo del paraguayo promedio. Trabajando de lomo al sol en silencio, no conforme con su vida, pero tampoco haciendo gran cosa para cambiarla, excepto laburar. Era el ethos, el teko, de su época.

Muchos como él querían el cambio político, pero las condiciones no estaban dadas, no solo acá sino en todo el continente. Eran tiempos difíciles para cualquiera que deseará otros vientos.

No pudo ver su sueño realidad. Falleció en el 2005 y solo de su niñez descalza le quedó el recuerdo de un gobierno sin la gloriosa ANR y el miedo de la guerra civil.

Cuando el año pasado subió Lugo sentí muchas ganas de que estuviera para verlo. Se hubiese puesto feliz.

Ahora, a casi un año de aquel histórico acontecimiento, creo que es mejor que ya estuviese descansando. Todavía hay tanto por hacer en este país que más trabajo no le hubiese gustado.

En fin, como sigue cantando Piero: “Yo lo miro desde lejos, pero somos tan distintos”. O al menos quisiera ser distinto, yo no romperme trabajando toda la vida y ver que el progreso me llega a cuentagotas. No me haré médico como él quería, o político como muchos me aconsejan. Tampoco iré a España.

Solo me resta ser un mejor padre que él, e intentar con alguna acción colaborar para que las cosas mejoren. El vino tinto me gusta, pero el tranvía ya se me fue.