Por Patricia Figueredo<br/><br/>pfigueredo@uhora.com.py<br/><br/>Tiene 70 años y hace 52 trabaja en un puesto de revistas ubicado en Montevideo y Oliva. La gente de la zona ya conoce a don Eugenio Romero y eso hace que su negocio se mantenga vigente hasta hoy. Él se muestra orgulloso de su familia y asegura que todo se lo debe al trabajo perseverante y honesto que desempeña.<br/><br/>Con lluvia, en días de mucho calor o intenso frío, desde las 5.30 la revistería ya está abierta con los diarios de todo el país y revistas nacionales y extranjeras. “Ya empiezo a esa hora y también con la quiniela hasta las 11; después continúo solo con las revistas”, comenta el hombre que es padre de 3 hijos, abuelo de 7 chicos y bisabuelo de uno.<br/><br/>Cuando recuerda a su familia no puede disimular la emoción y satisfacción que siente. Es más, asegura que “vender revistas me dio lo más grande, formar un buen hogar. Todos mis hijos se recibieron, tengo mi casa propia y también tengo un auto”, dice.<br/><br/>Aunque sostiene que en sus comienzos la venta era mucho mayor porque no había “tele”, solo cine y el acceso a la información era más limitado. Hoy busca la forma de hacerle frente a este negocio y cuenta que los diarios ayudan en gran manera a mantenerse. <br/><br/>"Antes teníamos más bien como alternativa la venta de diarios, pero ahora dependemos de ellos porque las revistas se encarecieron”, señala Eugenio Romero.<br/><br/>CAMBIA, TODO CAMBIA. Anteriormente, las revistas infantiles que se vendían como Patoruzú, Pato Donald, Patoruzito, Isidorito y las mexicanas de Roy Rogers y El Llanero Solitario, eran baratas y costaban entre 20 a 25 guaraníes.<br/><br/>Las preferidas por las mujeres como Parati y Vosotras costaban entre 30 a 40 guaraníes, mientras que ahora una revista para el público femenino está a 18.000 guaraníes, según don Eugenio.<br/><br/>Así como fueron pasando los años, la moneda se fue devaluando, por lo que no fue muy dramática la transición, “porque iba subiendo de a poco, pero sí iban desapareciendo algunas revistas y entrando otras”, relata.<br/><br/>A modo de ejemplo cita que revistas como El Idilio, Suspiro y Vosotras desaparecieron, pero aparecieron otras con más novedades. El contenido se fue clasificando más en revistas culinarias, de manualidades, de moda y otras.<br/><br/>Un dato que añade es que en los comienzos, las publicaciones infantiles y para adultos eran las que más salida económica tenían. Sin embargo, ahora las educativas y de manualidades son las más solicitadas por la clientela.<br/><br/>En el caso de materiales como Condorito, los jóvenes ya no se ven tan atraídos por comprarlas, “terminan comprando los más grandes para recordar viejos tiempos”, añade don Romero.<br/><br/>INMORTALIZAR MOMENTOS. Una vez, alguien le advirtió a don Eugenio que la venta de revistas podría ir decayendo. Por eso “me recomendó profesionalizarme en algo y así lo hice”.<br/><br/> Primero estudió radiotécnica, profesión a la que se dedicó por “un buen tiempo”, como recuerda, y luego ingresó a un instituto para estudiar fotografía. “Cuando las fotos eran en blanco y negro todavía”, rememora y ríe pícaramente.<br/><br/>Hasta el año pasado se dedicó a tomar fotos en eventos sociales y también montó un estudio fotográfico en su casa, y que aún lo conserva completamente equipado, con todos los implementos necesarios.<br/><br/>Es un tesoro que por ahora está inactivo, porque las cámaras digitales le dan un poco de miedo –tal como lo confiesa–, además de que un problema visual lo aqueja. <br/><br/>De lo que sí está seguro es de que seguirá dedicando sus días al oficio que escogió y del cual solo tiene gratos recuerdos.<br/><br/> <br/><br/>