25 abr. 2024

Vargas Llosa El elegido de la Academia Francesa

Mario Vargas Llosa asumirá el próximo 9 de febrero como nuevo miembro de la Academia Francesa. El escritor dice que Madame Bovary le cambió la vida y que siempre admiró “la terquedad y la perseverancia” de Gustave Flaubert.

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Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010 asumirá como nuevo miembro de la Academia Francesa de la Lengua, y ocupará el sillón que dejó Michel Serres, fallecido en 2019. Vargas, de 85 años, recibió 18 votos de los 22 miembros electores de la Academia.

La Academia Francesa es la encargada de preservar y defender esa lengua. Vargas Llosa, que cuenta con la doble nacionalidad española y peruana, y es miembro desde 1994 de la Real Academia Española, presentó su candidatura el pasado mes de octubre a través de una carta a la actual secretaria perpetua del célebre cónclave, la historiadora Hélène Carrère d’Encausse. Y dicen los expertos que esta es considerada fuera de lo común, pues el escritor tiene 85 años, y según el reglamento no pueden ingresar en ella mayores de 75 años.

La Academia Francesa fue creada por el cardenal Richelieu en el año 1634, y llama a sus miembros Los Inmortales, relacionado al lema A la inmortalidad, que figura en el emblema de la institución en referencia a su misión.

La ceremonia del próximo lunes estará abierta a unos 300 invitados, y en la recepción el nuevo “inmortal”, vestido con el conocido uniforme verde bordado, y recibido por sus dos padrinos deberá leer un discurso y tomar posesión de su asiento. El asiento será exclusivamente suyo hasta su fallecimiento.

Asimismo, recibirá una medalla de la Academia grabada con su nombre y el lema A la inmortalidad y le sería atribuida en ese momento una palabra del diccionario.

Vargas Llosa ocupará el sillón 18.

“Me hace mucha ilusión ser el primer latinoamericano que la Academia recibe en su seno. Cuando comencé a escribir, la cultura francesa era inmensamente popular en América Latina y, desde luego, tuvo muchísima influencia en mí”, dijo el literato.

EL NOBEL

El escritor peruano fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2010, y fue el primer Nobel para un latinoamericano en 20 años, lo cual fue celebrado como un reconocimiento a la literatura hispana. En aquella ocasión habían señalado que Vargas Llosa recibió el premio “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”.

La elección de Vargas como nuevo miembro de la Academia generó críticas de grupos de intelectuales franceses, tanto porque nunca ha escrito en lengua francesa, como por sus posiciones políticas, que algunos consideraron muy próximas a la extrema derecha.

VIDA Y OBRAS

Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936, y siempre ha mostrado gran capacidad y disciplina para trabajar e incursionar en diferentes ámbitos, además de la escritura; es bien sabido que fue candidato a la Presidencia de su país en 1990 y que también ha subido a los escenarios como actor.

La historia de este escritor está muy influida por la figura de su padre, una persona autoritaria que llamativamente nunca quiso que su hijo fuera escritor. Vargas Llosa vivía feliz en la ciudad boliviana de Cochabamba, lugar al que su abuelo había sido destinado como cónsul. Ahí vivía arropado por su madre, sus abuelos, sus tías, y la escritura era ya un juego “exaltante y feliz”. Pero el retorno a Lima con sus padres, a los diez años, le devolvió a la dura realidad: Conoció el miedo, su padre le pegaba, le prohibió escribir y verse con sus amigos.

Después de un ingreso fallido en la Escuela Naval, ingresó al Colegio Militar Leoncio Prado, una experiencia que dejó plasmada en su obra La ciudad y los perros. Fue entonces donde comenzó a leer y a escribir, como refugio contra la soledad y el miedo.

“Mi padre vio que tenía una vocación literaria, vio que escribía poemas, que leía mucho, y esto lo alarmó; él pensó que una vocación literaria era un pasaporte hacia el fracaso”, había dicho el autor en una entrevista.

“Nunca había escrito tanto como en esos dos años”, recordó.

Vargas Llosa comenzó a escribir La ciudad y los perros cuando tenía 22 años. Y, antes de triunfar en la literatura fue redactor en los diarios La Crónica y La Industria.

Su carrera comenzó en los años sesenta con obras como La ciudad y los perros, La casa verde o Conversación en La Catedral. Luego vendrían numerosas novelas: La guerra del fin del mundo, El hablador, La fiesta del chivo, El paraíso en la otra esquina o Travesuras de la niña mala, que lo consagrarían como uno de los grandes autores latinoamericanos, pero también del resto del mundo.

Gran admirador de Víctor Hugo y de Flaubert, Vargas Llosa ha creído siempre que la literatura es “una expresión maravillosa de la libertad humana” que “ayuda a vivir”. Por esa razón, el escritor no puede rehuir una cierta responsabilidad, sea moral, social o política, “que trasciende lo puramente estético”.

Eso dijo en unas jornadas que la Fundación Santillana organizó en Cantabria, España, hace años, en las que decía que las buenas novelas sirven para descubrir “todo aquello que quisimos ser y que inventamos para vivirlo de mentira”.

“Por eso, la literatura es la gran acusación, la gran requisitoria; y es una demostración permanente de esa actitud crítica que ha sido el motor del progreso y de la civilización”, afirmó entonces. Apunta que la lectura de Faulkner fue fundamental para él en los años cincuenta, pero que Madame Bovary le cambió la vida; y siempre admiró “la terquedad y la perseverancia” de Gustave Flaubert para conseguir obras maestras, una perseverancia que el escritor peruano aplica a la hora de intentar que cada uno de sus libros sea mejor que el anterior, más audaz desde el punto de vista literario.

EL BOOM

En una entrevista radial que concedió en Colombia, Vargas había afirmado: “No hay lo que hubo en el ‘boom latinoamericano’, el conocimiento, la revelación de un grupo de escritores porque viene sucediendo constantemente y no está el efecto sorpresa de los años sesenta”.

El autor de La casa verde argumentó que “a partir de los años 60 hay una curiosidad sobre América Latina, en parte despertada por la revolución cubana y se descubren autores que estaban escribiendo desde hace muchos años una literatura muy original, muy rica”.

Ahora en cambio, dice Vargas Llosa, hay una “renovación constante”, y ante la ausencia de un lenguaje común como fue el “realismo mágico”, “se abrieron las puertas para que surja una literatura muy diversa”.

“Yo nunca dejo de escribir, me moriré escribiendo”, había dicho en aquella entrevista radial, señalando que esa actividad –con la que se gana la vida– le supone “un placer supremo”.

“Solo leer me hace gozar tanto como escribir”, había apuntado el nuevo “inmortal”.

EFE

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