01 ago. 2025

Urge una movilidad sostenible, ambiental, económica y socialmente

La movilidad diaria constituye una deuda pendiente del Estado con la ciudadanía. Un sistema de transporte público abusivo, de mala calidad, ineficiente y de alto costo para el sector público y las personas se suma a la ausencia de infraestructura para quienes buscan otras formas de transitar que no sea el auto o la moto. Quienes buscan moverse a pie o en bicicleta enfrentan la furia del tránsito y la indolencia de los gobernantes. De esta manera terminamos con un sistema que beneficia a unos pocos en perjuicio de la mayoría. Las ciudades deben ser para todos y a todas horas.

El debate generado esta semana, polarizado entre quienes están a favor o en contra, o quienes señalan que primero debe considerarse la reforma del transporte público, da cuenta de nuestro pesimismo, nuestro bajo umbral de aspiración y la incapacidad para generar diálogo y consensos en torno a un tema de vital importancia para todos, incluidos los automovilistas que a medida que avanzan los años sufren el aumento de los costos y del tiempo de estar en el tráfico.

Este debate no pudo ser neutralizado por quienes señalan la posibilidad de avanzar progresiva y paralelamente en varias alternativas. Como país debemos aprender a discutir asumiendo que las posibilidades de mejoras sustanciales y estructurales son posibles.

Muchas ciudades de los países vecinos han logrado transformarse generando una mayor calidad de vida a sus habitantes y contribuyendo al mejor desempeño económico. Es imposible pensar en buenos resultados económicos en términos de trabajo, ingresos, productividad sin contar con sistemas de movilidad en los que se incluyan múltiples mecanismos.

Un factor que considerar es el efecto en la salud mental de vivir en contextos tan agresivos e inhumanos como el que se vive en Asunción y el área metropolitana. El problema de salud mental es gravísimo en Paraguay.

Antes de la pandemia el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social ya anunciaba que una de cada cinco personas en el trabajo puede padecer problemas de salud mental. La depresión en el trabajo es la causa principal de disminución de la productividad, ausencia por enfermedad y retiro prematuro.

Un estudio del Banco Mundial, posterior a la pandemia, posicionó a Paraguay en cuarto lugar entre los países con resultados más preocupantes dentro del Índice de Vulnerabilidad de la Salud Mental , por detrás de Chile, Perú y Haití.

Este índice considera cinco problemas de salud mental: dificultad para dormir, ansiedad, nerviosismo o preocupación, actitudes agresivas o irritabilidad con otros miembros del hogar, conflictos o discusiones con personas fuera del hogar y sentimientos de soledad.

En nuestro país, los problemas de salud mental mencionados tienen mayor incidencia en el área urbana que en el área rural. Considerando el sexo, se observa que las mujeres de las áreas urbanas presentan mayor vulnerabilidad en su bienestar mental, contrastando con los hombres de las zonas rurales. Si se añade el estatus laboral al análisis, los hombres desempleados y las mujeres empleadas son quienes más problemas presentan.

No se puede obviar el vínculo existente entre los problemas laborales y el sistema de transporte público. La prensa muestra casi diariamente el sufrimiento de las personas en las calles debido a la pésima calidad del mismo. Por lo que es posible asumir una relación directa entre los problemas de movilidad y la situación de la salud mental, visibilizada últimamente en la cantidad de agresiones y accidentes de tránsito.

Debemos aspirar, discutir y consensuar una política de movilidad que ponga en el centro a las personas y que contribuya a reducir las desigualdades, mejore las condiciones de trabajo y de vida, minimice la presión del uso del automóvil y garantice una mayor sostenibilidad reduciendo las emisiones contaminantes y favoreciendo los modos de desplazamiento respetuosos con el medioambiente.