La ineficacia del actual Poder Ejecutivo se puso de resalto este viernes, cuando un contingente de aproximadamente un millar de indígenas, principalmente procedentes de las comunidades de Río Verde, distrito de Teniente Irala Fernández, Departamento de Presidente Hayes, Chaco. Los nativos exigían la renuncia de la presidenta del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), Ana María Allen, además de la declaración de emergencia climática en el Chaco, la entrega de viviendas y la designación al frente del Indi de una persona que escuche los reclamos, entre otros puntos.
La designación de Allen al frente del organismo resultó problemática desde el inicio, ya que no era considerada una persona conocedora de la realidad indígena en el Paraguay. Fue puesta allí, al igual que otros nombramientos al frente de instituciones gubernamentales claves, más que nada como un pago de favor político a sectores que respaldaron la campaña electoral del actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez, o buscando establecer el equilibrio de cuoteo de poder entre sus aliados, pero sin tener en cuenta la idoneidad necesaria para un puesto que siempre ha sido considerado clave y complejo.
Una de las principales críticas a Ana María Allén fue que ni siquiera sabía hablar guaraní, uno de las lenguas consideradas necesarias para la comunicación con la familia lingüística más numerosa. Aunque se haya dicho que tal factor no resulta determinante para una buena gestión, sin embargo fue como un signo de su poca preparación en el ámbito, aunque lo más determinante fue la poca capacidad para resolver cuestiones conflictivas de demandas de tierra, como las de la comunidad ava guarani de Takuara’i, en Canindeyú, o la de la también comunidad ava guarani de Tekoha Sauce, que exige la reposición de sus tierras ancestrales en las áreas de reserva de la represa hidroeléctrica de Itaipú, de donde habían sido desalojados.
Coincidentemente con una movilización indígena que mantiene en jaque al Gobierno de Ecuador, la protesta de los indígenas chaqueños sorprendió por su efecto masivo y por su acción determinante, al bloquear durante largas horas un punto clave de conexión entre la Región Oriental y el Chaco, cerrando el puente Remanso. La medida tuvo un grave efecto, al mantener en larguísimas colas a miles de ciudadanos y paralizar actividades productivas. La excesiva tardanza del Gobierno en destrabar el conflicto aumentó la indignación ciudadana y finalmente, cuando cedió en forzar la renuncia de su cuestionada funcionaria, el Ejecutivo ofreció otra imagen de derrota política.
La renuncia de la presidenta del Indi fue solo una salida momentánea. En el fondo persiste la falta de una política adecuada y de personas capaces que puedan escuchar y resolver adecuadamente los múltiples reclamos de las 19 etnias que sobreviven en el Paraguay. Si el Gobierno no es capaz de entender y resolver este punto, seguirá expuesto a una crisis social antigua pero vigente.