03 sept. 2025

Una voz paraguaya que conquistó Buenos Aires

De su San Antonio natal llegó a Buenos Aires, donde estudió canto y se sumó a los grandes de la música paraguaya de la década de 1960. Luego de ser integrante de Los Chulupíes y solista, regresó a su país.

Por Mario Rubén Álvarez<br/><br/>alva@uhora.com.py<br/><br/>Todos lo conocen como Javier Vargas. “Es mi nombre artístico”, cuenta el que alguna vez, en Buenos Aires, formara parte del mítico conjunto Los Chulupíes, dirigido por Óscar Corrales. “Mi verdadero nombre es Florencio Vargas Morales”, aclara. <br/><br/>Nacido en San Antonio (Departamento Central, a orillas del río Paraguay) el 9 de diciembre de 1939, pronto se dio cuenta de que su vocación era la música.<br/><br/>"En mi casa nadie era músico, pero en San Antonio eran muchos los que tocaban la guitarra y otros instrumentos. Entre ellos estaba un primo mío, Isidro Vargas, arpista. Cuando yo los escuchaba, pensé que yo también alguna vez podía ser como ellos”, relata el artista.<br/><br/> Recuerda luego que cuando era un mitã′i guasu iba a bañarse al río con sus amigos. Cuando salían del agua, se ubicaban en la playa y cada uno comenzaba a desplegar sus habilidades. <br/><br/>"Mi repertorio era de canciones mejicanas. Era breve, pero les gustaba a todos. Eran obras interpretadas por Javier Solís, Jorge Negrete...”.<br/><br/>PRIMEROS PASOS. Luego vino lo que por entonces –finales de la década de 1950– era inevitable: el cuartel. Su destino fue el regimiento de Cerrito, en el Chaco. Allí la vida era dura, pero la conscripción militar duraba solo un año.<br/><br/> “Mis compueblanos, que también estaban allí por el mismo motivo que yo, dijeron que yo era cantante. ′Ou la cantante, ou la cantante′, me hicieron la propaganda cuando yo llegué. Se hizo cargo de mí un sargento al que le decían ′Toyota′, por lo grande y feo que era. Me hizo su ta′ýra y me colocó a su lado en el depósito. Era una posición estratégica porque allí había comida. Mis valleygua estaban muy contentos”.<br/><br/>La aureola de cantante con la que llegó le fue favorable a Florencio Vargas Morales. Ingresó a la orquesta de la unidad. Con músicos hechos y derechos, tuvo la oportunidad de pulir lo que con el tiempo sería su razón de vivir.<br/><br/>BUENOS AIRES. Las verdaderas puertas abiertas y las posibilidades estaban en la capital argentina. Javier escuchaba que los grandes estaban o habían estado en el puerto que siempre acogió con generosidad a los que partían desde el Paraguay en busca de mejores horizontes. Allá estaban José Asunción Flores, Florentín Giménez, Herminio Giménez, Francisco Alvarenga, Mauricio Cardozo Ocampo, Juan Escobar, los hermanos Larramendia (Agustín, Generoso y Luciano) y otros grandes.<br/><br/> “A pesar de que yo ya había tenido alguna incursión en la música, todavía no era lo que podía llamarse un cantante. El destino, sin embargo, me dio la ocasión de mejorar mi condición artística y adentrarme en ese mundo que me gustaba, pero que yo veía difícil”, cuenta el que además de músico es compositor.<br/><br/>En Asunción, antes de ir al cuartel, había venido a estudiar. Y trabajó en una herrería. Esa experiencia le permitió conseguir un empleo en una industria metalúrgica. <br/><br/>"Hubo una huelga organizada por la poderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Durante el paro, la organización de trabajadores nos daba víveres y dinero los sábados. En el día de cobro había una peña. Un día yo canté con unos músicos que animaban el encuentro. Mi jefe, de apellido Bertoni, no solo me felicitó, sino que me llevó a un conservatorio a vocalizar. Allí vocalizaban Julio Sosa, Mirtha Legrand... para usar mejor su voz en el micrófono. Quedé a cargo del maestro Fellipini. Yo alcanzaba de sobra todas las notas que me tocaba en el piano. Luego estudié más con Eduardo Ferri. Ya me hice cantante de verdad. <br/><br/>MÚSICO PROFESIONAL. “En 1960 actuaba y empezaba a cobrar. No dejaba del todo todavía mi trabajo. Estuve varios años haciendo rectificación de frenos, discos, tambores y embragues en el Automóvil Club Argentino (ACA). Fui primero cantante de la orquesta del maestro Pedro Román, luego de Florentín Giménez”, rememora.<br/><br/>En 1962 lo contrato Óscar Corrales, el director de Los Chulupíes. De ese modo nacía el Dúo Vargas–Corrales que sustituyó al legendario Dúo Álvarez–Corrales.<br/><br/>Luego se hizo solista.<br/><br/>REGRESO AL PARAGUAY. El sueño de todo paraguayo es volver a su tierra. Javier Vargas no era una excepción. Fue así como retornó en el año 1975, desarrollando una intensa actividad en la música y también en la radio.<br/><br/>