La política fiscal abarca a todas las medidas que inciden en la recaudación de impuestos, el presupuesto y la deuda del Estado. En el pasado esta política se enfocó en la estabilización económica y hoy debe priorizar el capital humano, con un mejoramiento sustancial de los servicios de educación y salud.
Para pasar del crecimiento al desarrollo económico y social, es imprescindible incorporar en la agenda de las políticas públicas nuevas prioridades, como son el crecimiento inclusivo, la equidad, el cambio tecnológico y la transición demográfica.
Es tiempo de poner el énfasis de las políticas públicas en la educación y la salud, que es la mejor forma de fortalecer el capital humano, de manera a preparar a la población para los desafíos del futuro. Para llevar a cabo esta apremiante tarea hay que cambiar la estructura del presupuesto público y actualizar el sistema impositivo.
Hoy día, solo uno de cada cinco paraguayos tiene cobertura de un seguro médico, la mortalidad materna todavía se mantiene en 67 fallecimientos por cada 100.000 nacidos vivos y hay una creciente prevalencia de enfermedades no transmisibles. De otro lado, nueve de cada diez chicos de 15 años no tienen las competencias básicas en matemáticas y, si bien los años de estudio llegan a nueve años en los registros, el periodo efectivo de aprendizaje no pasa de siete años.
A pesar de que el gasto público en educación aumentó del 1% del producto interno bruto (PIB) en 1990 a 4% en 2018, y el gasto en salud pasó de 1% del PIB en 1997 a 3% en 2018, todavía invertimos por debajo de lo que se requiere para alcanzar las metas del desarrollo.
Los objetivos de esta política fiscal para el desarrollo son mejorar el sistema público de salud y educación, ampliando su calidad y cobertura de forma sostenida; los que se pueden alcanzar mediante, por ejemplo, un sistema efectivo de unidades de salud familiar y la implementación de la jornada escolar extendida.
Podemos movilizar más recursos hacia la educación y la salud con la racionalización del gasto público, los ahorros en las compras públicas, una nueva matriz presupuestaria enfocada en resultados, la reducción de la elusión y evasión de impuestos, y una mayor equidad del sistema tributario.
La visión de la política tributaria ha venido cambiando en los últimos años desde una perspectiva exclusivamente recaudadora hacia una que la redefine como instrumento del desarrollo.
La propuesta de modernización y simplificación del sistema tributario busca ampliar la recaudación con un mayor énfasis en los impuestos directos, un mejor control y un tratamiento más justo de ciertas deducciones. Asimismo, profundizar la justicia tributaria resguardando la competitividad, formalizando y apoyando a las micro y pequeñas empresas, y fortaleciendo a las familias de ingresos medios.
Recaudar más mediante impuestos directos, de acuerdo con la capacidad contributiva de las personas; y, blindar por ley los recursos adicionales para que vayan solo y exclusivamente a la educación y la salud.
Al subir la inversión en estas áreas mejorará la progresividad del sistema fiscal, puesto que los principales beneficiarios de estos servicios son los estratos sociales de ingresos medios y bajos.
Más y mejor educación y salud elevarán el capital humano, lo que impulsará el crecimiento potencial y el desarrollo de nuestro país.