Los que harán falta. El Covid-19 no solo ha puesto de rodillas a todos los sistemas sanitarios del mundo. También ha golpeado fuerte a las familias con los fallecimientos de muchos abuelos.
Los adultos mayores representan una figura muy importante en una sociedad como la paraguaya, afirma el sicólogo Héctor Martínez.
“Los abuelos son los seres que transmiten sabiduría, tradición. Son con quienes los niños y niñas pueden ser lo que quieran ser”, señala.
En Paraguay, como en muchas partes del mundo, ellos hacen también de figura materna y paterna, siendo parte de la formación de los niños en sus primeros años.
Los fallecimientos a causa del Covid tienen en su gran porcentaje a los adultos mayores. Más de 14.500 personas en el país perdieron la vida a causa del SARS-CoV-2; la mayor tasa corresponde a adultos mayores.
En el caso de los niños y adolescentes que deben enfrentar esta situación, el sicólogo aconseja estar atentos a cualquier cambio importante en su rutina. En algunos casos, esto puede ser mucho más difícil desde lo subjetivo para ellos que para otras personas.
“En determinadas ocasiones, el duelo será expresado a través del llanto; en otras, como una sensación de hastío. También una sensación de permanente irritabilidad, de no querer saber nada de nadie”, detalla al hablar de los cambios que pueden darse.
La manera de actuar en esos casos es preguntar si es necesaria la ayuda. Agrega que no se trata de dar el consejo o la palabra que pretenda solucionar todo. Es mejor acercarse y hacerle saber que se está ahí.
En el caso de que el familiar se encuentre en estado crítico, sería bueno que de acuerdo con la edad y según cómo el niño o adolescente lo comprenda, proveerle determinada información.
“Debemos decirle que no podrá visitar al abuelo, porque está en el hospital y está bien atendido. Si está mal, especificarle la información. Prepararle para lo que va a ocurrir. De ser posible, que tengan algún panorama general de la situación. Esto de acuerdo con la etapa evolutiva de la persona”, indica.
A nivel general, recomienda que se deje que esa persona que atraviesa dicha etapa luego de la pérdida de un familiar exprese lo que en realidad siente. El especialista señala que no está mal incluso que dicha persona realice una actividad social, si esa es su manera de ir trabajando sus sentimientos y la aceptación de lo ocurrido.
Proceso
La actual pandemia pone frente a un nuevo escenario a toda la sociedad, sobre todo a los más jóvenes. Esto representa un desafío.
El profesional menciona que en general el asumir la pérdida de un ser querido en esta época debe ser procesado de la manera habitual.
“Como todo duelo debe ser procesado. Y por naturaleza y definición, el duelo genera malestar, disconformidad. Todo debe ser procesado. No hay de otra”, manifiesta.
Según explica, uno de los factores que influyeron fue la falta de contención social que se da en las comunidades. Esto se debe a que al evitarse las reuniones, las familias afectadas no podían realizar todos los rituales habituales ante una pérdida que se da con los seres más cercanos.
“Esos ritos que se consideran necesarios, compartir con los vecinos el rezo, ese momento que se vive con la pérdida, imagino que se echaron de menos”, refirió.
El tiempo en que nietos y abuelos no pudieron encontrarse podrá servir para reexperimentar el vínculo familiar, señala Martínez.
“Creo que no necesariamente ha sido negativa toda la circunstancia. A veces, la lejanía también a muchas personas les puede ayudar a mirar el valor del vínculo, de sus seres”, afirma el sicólogo.
Las pérdidas no han sido solamente físicas. También las mismas relaciones con los abuelos han resultado diferentes, comenta el profesional de la salud mental.
“Son casi dos años sin verlos, dos años en creer que uno puede ser un peligro para una persona que tanto se ama. Esas son cosas también muy importantes”, expresó.
Sin embargo, Martínez descarta que dejen secuelas o marcas, pues considera que los más pequeños son más resilientes. Pero sí afirma que son eventos novedosos que se deben tener en cuenta e investigar un poco más.
“No quiero ser pesimista y decir que esta será una generación llena de traumas. Tampoco estoy de acuerdo con esa afirmación”, asevera Martínez.
“En algunos casos, el duelo será demostrado en forma de llanto; en otros, de hastío o irritabilidad permanente, de no querer saber nada”.
Héctor Martínez, sicólogo.