Por Miguel Ángel Ortiz Granada - mortiz@uhora.com.py
La economía paraguaya, tanto la nacional como la casera, se apoya cada vez más firmemente sobre su pata más nueva. Las remesas de dinero enviadas por los paraguayos desde el extranjero sostienen en proporción creciente tanto la macro como la microeconomía nacional.
El triste panorama de la migración económica, plasmado en las imágenes de las despedidas familiares en las terminales de ómnibus o aeroportuarias, tiene un correlato inverso en las filas ante las cajas de financieras, bancos, cooperativas u otros locales, donde las firmas remesadoras de dinero tienen sus agencias.
El dinero que llega al país principalmente desde España, Estados Unidos y Argentina trae alivio económico a miles de familias y revitaliza el movimiento comercial en las comunidades, de una manera tal que ningún otro renglón económico lo consigue.
Ese dinero llegado del extranjero permite que las cuotas de los colegios, las cuentas domésticas y los compromisos atrasados se pongan al día y –lo más urgente– que la heladera vuelva a estar cargada.
Las partidas que llegan marcan la inyección financiera más democrática de toda la estructura económica. Los billetes llegan directamente a la gente sin escalas mayores, lo que permite que arribe a destino final en su porcentaje mayor, sin que ni el Estado ni otras estructuras se queden con una tajada del esfuerzo laboral de las personas.
Las remesas alivianan el pesado día a día de miles de familias y cumplen además otro rol social trascendente: el de evitar que las personas –agobiadas por las deudas y el hambre– recurran a las tentadoras –en esas circunstancias– fuentes ilícitas de captación de dinero. Las remesas hacen, desde ese punto de vista, una tarea encomiable contra la delincuencia y la inseguridad.
Una acción inteligente del Estado será facilitar la recepción de las remesas, poniendo a disposición –al mínimo costo posible y superando la tentación estatal de quedarse con parte del dinero remitido– su amplia estructura financiera en todo el país, de modo que los envíos de los paraguayos desde el extranjero lleguen a sus familiares rápida y efectivamente.
Es lo mínimo que el Estado puede hacer por los compatriotas que debieron migrar por no hallar en el país las condiciones mínimas para vivir.