Qué bajón.
Yo, que ya tenía lista mi columna, celebrando los 240 millones de dólares más que nos van a dar los brasileros, después de que la Cámara de Diputados del Brasil aprobara las tan mentadas notas reversales sobre Itaipú.
Yo, que ya estaba preparada para invitarles a salir a las calles a festejar como Dios manda, ahora debo avisarles que, de momento, se suspenden los festejos.
El cambio en la Dirección de Aduanas le da un vuelco a la historia; aunque la renuncia de Javier Contreras era casi un hecho, desde poco antes del fin de semana. Si no lo cambiaban, iba a resultar una sorpresa; y como se ve, eligieron no sorprendernos.
El fin de semana la usina de rumores estuvo operando a full. Se decía que el ministro de Hacienda no estaba de acuerdo con el cambio; que Contreras estaba haciendo un buen trabajo e incluso se llegó a especular con el nombre del sucesor y con la renuncia de Dionisio Borda.
Ayer a la mañana algunos de los trascendidos se confirmaron. Contreras renunció, agarró sus cosas y se fue. Minutos después, Fernando Lugo nombró a quien ya se sabía iba a nombrar, el tal Acosta.
Este podría ser el fin de esta historia, pero no lo es, y ahí está el problema.
Uno menos. Convengamos en que Javier Contreras no renunció. En realidad, su salida se pareció demasiado a una de esas poco sutiles invitaciones para que se largara.
Si se fijan, en cuanto se comenzó a hablar de su destitución, ya se manejaba el nombre, apellido y currículum de quien finalmente lo reemplaza.
Cambiar a un funcionario es potestad del presidente, eso se puede criticar, pero es el presidente quien lo decide. La cuestión es que, gran parte del país se sigue preguntando el por qué, si se habla en este caso de un funcionario que al parecer estaba haciendo bien su trabajo.
Pero hay otro detalle: la Dirección de Aduanas es un espacio muy sensible, por las cantidades de dinero que maneja. Y ha sido históricamente, en este país, uno de los símbolos de la corrupción. Era y sigue siendo, lo que se dice, el purete.
Si se hacen bien las cosas, ingresa mucho dinero al Estado paraguayo y ganamos todos. Si se hacen mal las cosas y el dinero que recauda Aduanas va a parar al bolsillo y a las cuentas de unos pocos -como era la tradición- perdemos todos.
Lo que dice la calle. La mañana de la destitución de Contreras hice zapping de radios AM, y quedé impresionada con todo lo que se decía.
Lo más sutil que escuché fue que Lugo y sus amigos se están organizando para juntar dinero para las elecciones del 2013. Por eso les molestaba Contreras y por eso lo renunciaron.
Eufemismos aparte, impresiona lo que se dice tan abiertamente. E impresiona más, que ningún vocero del presidente se preocupe por aclarar todo eso que está en el ambiente.
"¿Cuántos bolsillos tendrá este nuevo?” se preguntaba un lector en un diario digital. Mientras que otros se burlaban del gobierno del cambio.
Borda se vio forzado a admitir que no conoce al nombrado director de aduanas y tuvo que reconocer que es facultad del presidente disponer cambios. Sus palabras sonaban a derrota.
Al final de la jornada, la única conclusión posible es, que si seguimos así, este país se va a llenar de contreras.