ROMA - ITALIA
“Con un cuarto de los alimentos que se despilfarran se podría alimentar a los 842 millones de personas que padecen hambre en el mundo”, sostiene Robert van Otterdijk, experto de la FAO en asuntos agroindustriales.
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) lanzó ayer una campaña mundial contra el “despilfarro de alimentos” con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación.
Según cifras de la agencia especializada de Naciones Unidas, cuya sede central se encuentra en Roma, un tercio de la producción mundial de alimentos se “pierde por el despilfarro”, por negligencia en el almacenamiento o por una comercialización inadecuada.
En total se calcula que 1.300 millones de toneladas de alimentos se pierden cada año por un valor de 750.000 millones de dólares.
Para la entidad “los modelos de desarrollo no sostenibles están degradando el medioambiente, amenazando los ecosistemas y la biodiversidad que necesitaremos para nuestro suministro futuro de alimentos”.
Para alimentar a los 9.000 millones de seres humanos que ocuparán el planeta en el 2050, la producción debería aumentar 60%, lo que afectaría gravemente al medioambiente, las tierras, el agua, etc., agregó.
“La superficie de tierra que se emplea para producir alimentos que luego se desperdician corresponde a la de Canadá e India sumadas”, denuncia Mathilde Iweins, coordinadora del informe.
cadena de producción. Si bien calcular el costo concreto del despilfarro resulta difícil, es posible “delinear las causas para encontrar soluciones”, sostienen los expertos.
Un fenómeno que la FAO estudia desde su fundación, en 1945, y que con la globalización se ha complicado, ya que la cadena de la producción a la distribución se ha ampliado.
“Estamos siempre corriendo para encontrar soluciones”, reconoce el experto.
“Me parece leer en ello una invitación a repensar y renovar nuestros sistemas alimentarios desde una perspectiva de la solidaridad, superando la lógica de la explotación salvaje de la creación y orientando mejor nuestro compromiso de cultivar y cuidar el medioambiente y sus recursos”, escribió el pontífice argentino Francisco en un mensaje enviado a la FAO.
Para el jefe de la Iglesia católica, que vivió casi toda su vida en Argentina, uno de los mayores países productores de alimentos, hay que cambiar realmente nuestro estilo de vida, incluido el alimentario, que en tantas áreas del planeta está marcado por el consumismo, el desperdicio, el despilfarro de alimentos.
Las frutas y las verduras figuran en el primer renglón de los alimentos que terminan en los basureros, seguido por los tubérculos: casi la mitad no llegan a ser servidos en un plato. Siguen los pescados y frutos de mar (35%) y los cereales (un tercio).
En los países industrializados, el despilfarro incluye sobre todo productos aún comestibles pero que son descartados porque no resultan estéticamente atractivos.
Para dar ejemplo, la FAO organizó un almuerzo con alimentos que hubieran sido arrojados, pese a que no se han vencido (Situación en Paraguay, ver página 24).