“El hombre, negando e intentando negar a Dios, su principio y fin, altera profundamente su orden y equilibrio interior, el de la sociedad y también el de la creación visible.
En nuestro ámbito personal, debemos preguntarnos si hacemos con perfección el trabajo por el que cobramos, si pagamos lo debido a las personas que nos prestan un servicio, si ejercitamos responsablemente los derechos y deberes que pueden influir en el modo de configurarse las instituciones en las que nos encontramos, si trabajamos aprovechando el tiempo, si defendemos la buena fama de los demás, si salimos en justa defensa de los más débiles, si acallamos las críticas difamatorias que pueden surgir a nuestro alrededor.... Así amamos la justicia.
A propósito de la lectura de hoy en ocasión de un Ángelus el Papa señaló que Jesús nos invita a salir de la tumba en la que nuestros pecados nos han hundido, y aseguró que “no hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos”.
Indicó que el Señor “nos invita, casi nos ordena, que salgamos de la tumba en la cual nuestros pecados nos han hundido. Nos llama a salir de la oscuridad de la prisión en la que estamos encerrados, conformándonos con una vida falsa, egoísta, mediocre. ‘¡Salí afuera!’, nos dice. ‘¡Salí afuera!’”.
Remarcó que “Cristo no se resigna a los sepulcros que nos hemos construido con nuestras elecciones de mal y de muerte, con nuestros errores, con nuestros pecados. ¡Él no se resigna a esto! Él nos invita, casi nos ordena, que salgamos de la tumba en la cual nuestros pecados nos han hundido”.
Señaló que “el gesto de Jesús que resucita a Lázaro muestra hasta dónde puede llegar la fuerza de la gracia de Dios, y por lo tanto, donde puede llegar nuestra conversión, nuestro cambio”.
“Pero escuchen bien: ¡No hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos! ¡ Acuérdense bien esta frase. Y podemos decirla todos juntos: ¡No hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos! Digámosla juntos: ¡No hay ningún límite a la misericordia divina ofrecida a todos!”
Expresó una vez más su cercanía hacia las personas que sufren la epidemia de coronavirus y a todos los que están comprometidos en su cuidado. Su deseo es que este tiempo de Cuaresma “nos ayude a dar un sentido evangélico también a este tiempo de prueba”. Estoy cerca con la oración a las personas que sufren la actual epidemia de coronavirus y a todos los que los cuidan.
Me uno a mis hermanos obispos para animar a los fieles a vivir este difícil momento con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el fervor de la caridad. Que el tiempo de Cuaresma nos ayude a todos a dar un sentido evangélico a este tiempo de prueba y de dolor. “En medio del aislamiento donde experimentamos la falta de los afectos, escuchamos una vez más el anuncio que nos salva: ¡ha resucitado y vive a nuestro lado!”, expresó en su mensaje Urbi et Orbi el Papa. “Dejemos que reavive la esperanza”.
“Esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la Virgen, descienda sobre vosotros la bendición de Dios: Señor, bendice al mundo, da salud al cuerpo y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil, Señor, y tenemos miedo. Pero tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta.
(De http://www.homiletica.org, www.aciprensa.com, www.vaticannews.va y https://www.infobae.com).