20 jun. 2025

Un buen tipo

In memóriam

No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande. (William Shakespeare).

La grandeza no es solamente una virtud de héroes o de epopeyas grandilocuentes. La grandeza es también un asunto pedestre, terrenal, humano, sencillo.

No se llega a ella solamente por los tortuosos caminos de enormes sacrificios o de la entrega abnegada. Puede ser también fruto de un trabajo cotidiano, práctico, rutinario.

No requiere de grandes aspavientos, pues la grandeza reside también en quien te da un abrazo, comparte un libro, te regala una sonrisa, te ratifica el rumbo, te hace compañía, te escucha, te hace callar o simplemente te ama por la simple razón del amor.

Desconfíen de la grandeza que requiere de devoción, pues es vil soberbia encubierta. También de la grandeza que exige pleitesía, ya que es apenas una cáscara vacía.

No necesariamente la grandeza requiere de prolongados martirologios. Puede manifestarse en un instante, como un golpe de luz, como un atajo inesperado que une lo humano con lo divino.

A la vez, todos los pequeños pueden ser grandes y todos los grandes esconden pequeñeces. Hay grandes de ocasión y saldo, y otros que no están a la altura de su propia obra de grandeza. Pero existen grandes, verdaderamente grandes, que saben mostrarse pequeños, humildes, para engrandecerse aún más.

Fundamentalmente, todos estamos supeditados a la grandeza, ya sea por imposición moral, designio personal o simple humanidad. También todos estamos dotados para la grandeza y nos debemos a ella por derecho propio. Uno renuncia a la grandeza, la grandeza no renuncia a uno.

En este último mes del año murió Nelson Mandela. Quizá el mayor estadista de los últimos 70 años, que en pleno ejercicio del poder político y tras decenios de un terrible encarcelamiento venció al odio, repudió la violencia y reconcilió a un país dividido por la opresión racial.

También murió Gustavo Cino. Un ilustre desconocido que supo ser un hijo solícito para sus padres, un hermano afectuoso para sus hermanos. un entrañable esposo y padre para su esposa e hijas, y, para los compañeros y amigos que lo conocimos: un buen tipo.

Que descansen en paz.