“Es urgente y sumamente necesario que el Mercosur haga un acuerdo con la UE”, dijo el presidente Luiz Inacio Lula da Silva de visita en Uruguay a fines de enero. “Vamos a intensificar nuestras discusiones con la UE y firmar ese acuerdo para que podamos discutir enseguida un acuerdo entre China y el Mercosur”, añadió el mandatario brasileño, cuando Montevideo ya negocia un TLC con Pekín, devenido en un protagonista comercial y financiero principal en América Latina.
En una visita a Argentina hace una semana, el canciller alemán, Olaf Scholz, se expresó en igual sentido: “Nuestro objetivo es llegar a una rápida conclusión de las negociaciones”.
Los 27 países de la Unión Europea y los 4 socios del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) anunciaron con bombos y platillos en 2019 que el acuerdo estaba listo. Pero cuatro años después, el pacto, que chocó contra la negativa del sector agrícola europeo o los problemas de competitividad del Mercosur que le dificultan recortar sus elevados aranceles, sigue siendo una quimera.
Voluntad de negociar. Desde el campo europeo, la salida de Jair Bolsonaro del poder en Brasil y la llegada de Lula despejan dudas y eliminan argumentos en contra del acuerdo.
“Hay un mayor nivel de interlocución y sobre todo hay un presidente que ha asumido como propia una de las dudas que tenía Europa respecto a la actitud del gobierno brasileño para enfrentar los retos del cambio climático y de la lucha contra la deforestación en la Amazonia”, explicó el eurodiputado Jordi Cañas, presidente del Comité del Parlamento Europeo para las Relaciones con el Mercosur, clave para la aprobación de un tratado entre los dos bloques. Pero más allá de la voluntad, existen cuestiones prácticas, y el acuerdo dista de estar cerrado.
“Queremos un acuerdo con la UE, pero queremos un acuerdo revisado”, advirtió en Bruselas el canciller argentino, Santiago Cafiero, cuyo país ejerce la presidencia protémpore del Mercosur, tras reunirse con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
“Entendemos que hace falta discutir documentos complementarios (al acuerdo), que en su mayoría derivan del Pacto Verde Europeo (de 2020) y que han modificado en parte las negociaciones del 2019”, explicó Cafiero. El 20% de las exportaciones argentinas a la UE consisten en biodiésel de soja, y con la nueva normativa europea quedan virtualmente excluidas del comercio bilateral.
Brasil también quiere revisar el texto. El gobierno de Lula quiere preservar la posibilidad de que “las compras gubernamentales sean direccionadas a empresas brasileñas”, explicó a la AFP Feliciano de Sá Guimaraes, director académico del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales (CEBRI).
Los 27 países de la Unión Europea y los 4 socios del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) anunciaron con bombos y platillos en 2019 que el acuerdo estaba listo.