17 feb. 2025

Tuvimos técnicamente un mejor 2006

“¡Y pensar el país mejor que podríamos tener con más cambios y reformas, y con menos hombres basura como Calé Galaverna!”

Por Pablo Alfredo Herken Krauer, analista de la economía
E-mail: pherken@quanta.com.py

Contra todos los pronósticos iniciales y los muchos comienzos negativos, se está cerrando un 2006 mejor del esperado, con un crecimiento económico que tiene un piso del 4% que podría ir subiendo en la medida en que las estimaciones muy preliminares se vayan consolidando en datos más seguros sobre la marcha de la economía paraguaya. A esta altura ya es indiscutible que el crecimiento económico del 2006 fue superior al del 2005 (2,9%). Este reconocimiento no es “vivir fuera de la realidad” ni “venderle publicidad” al Gobierno del presidente Nicanor. Es simplemente, con equilibrio, sentido común y conocimiento de la economía, decir la verdad. Creo que uno de los problemas para tener un avance más rápido del Producto Interno Bruto (PIB) en Paraguay es la extraordinaria cantidad de “brutos” que tenemos, sumado al fanatismo y al extremismo. Porque “odio a este Gobierno” jamás aceptaré que algo salga bien. Recordando, además, una regla de oro de la ciencia económica: el que no me vaya bien a mí no quiere decir que le va mal a todos. Por de pronto, a mí no me fue nada bien en el 2006, no estoy entre los ganadores, como muchos. Señal de alarma por cierto. Y también quiero irme del país como muchos. Aunque la economía haya crecido arriba del 4%.

El mayor crecimiento económico en el 2006, que adelantáramos el domingo pasado, en base a las estimaciones de organismos internacionales, fue ampliamente confirmado en el transcurso de la semana que pasó, según cálculos locales, privados y oficiales. Les guste o no les guste a los que por ser brutos en economía y ciegos por el odio al Gobierno me lanzan acusaciones de mentiroso y vendido por el acto simple de decir la verdad. Ya lo decía Paul Samuelson, premiado con el Nobel de Economía en 1970: vale más una muy buena descripción de la realidad que grandes cantidades de teorías, juicios de valor, suposiciones y visiones complejamente elegantes y extraordinariamente atractivas como “atrapantes”, pero vacías de verdades. En nuestro país, hay demasiada gente que aún mide el comportamiento de la economía según como sople el viento. Hay que dejarles a los técnicos y entendidos realizar sus trabajos.

Los ritmos de crecimiento para el 2006 del 3,2%, del más del 3,5% y del 4%, del Banco Mundial (BM), del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL), de las Naciones Unidas, respectivamente, tuvieron respuesta local, oficialista y opositora, por así decirlo. Para el Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (CEDEP), del ex ministro de Hacienda, Dionisio Borda, y su asesor principal, Fernando Masi, el crecimiento sería del 4%. Para la Fundación Desarrollo en Democracia (DENDE), bajo la batuta de Manuel Ferreira Brusquetti y Alberto Acosta Garbarino, el ritmo de la marcha sería entre el 4,5% y el 5,5%. Y para los técnicos del Ministerio de Hacienda, oficialmente, la economía habría avanzado a la velocidad del 4,1%. Todos ellos crecimientos arriba del 2,9% logrado en el 2005. Lo cual es indiscutible, como mínimo, desde el punto de vista técnico. Es sobre la calidad que sí podemos tener diferencias.

Para CEDEP de Borda y Masi, necesitamos crecer más y mejor; la macroeconomía está estable pero no mejora en calidad; las reformas del sector público continúan estancadas; avanza el sector privado, a pesar de las dificultades; la gobernabilidad disminuye; y hay menos pobres pobrísimos, pero crece la desigualdad social. Para la Fundación DENDE, el pilar del crecimiento fue el comercio, con servicios como el transporte y las comunicaciones como soporte, siendo el eje de la mejora la formalización del comercio gracias a la nueva ley de impuestos en general y a la nueva manera de hacer negocios en Ciudad del Este en particular. El crédito está creciendo y los bancos tuvieron un buen año. Pero la inflación no parece ajustarse, el Gobierno no puede parar el gasto corriente, la cotización del dólar es y seguirá siendo una preocupación –podría caer en el 2007 a 4.750 guaraníes con 250 guaraníes hacia arriba o hacia debajo de variación– y estamos perdiendo competitividad.

Más allá de las tasas de crecimiento, lo bueno del 2006 es la exportación récord, con 290 millones de dólares más, totalizando 1.979 millones de dólares, pese a la caída en las cosechas y ventas de soja y algodón, gracias naturalmente a la bonanza de la ganadería; la recaudación récord de impuestos, con 200 millones de dólares más, con un monto final de 1.120 millones de dólares, con una presión tributaria del 12,2%, superando la barrera de los 1.000 millones de dólares que se saltó en el período 1995-1997 (con un tope de 1.026 millones de dólares); el aumento del gasto social (sumaría 785 millones de dólares, equivalente al 43% del gasto total), con superávit fiscal (46 millones de dólares o 0,5% del Producto Interno Bruto, PIB); el gran ingreso de divisas de las binacionales (un global de 550 millones de dólares) y las remesas de paraguayos en el exterior (se estima que a lo largo del año habrían llegado 650 millones de dólares); y una deuda externa achicándose, con un nivel de 2.214 millones de dólares, 24,2% del PIB, cuando en el 2003 su peso era del 44,6%.

Parece poco, pero es mucho. Parece mucho, pero es insuficiente. Lo dijo el propio ministro de Hacienda, Ernst Bergen: “Somos conscientes de que aún no crecemos lo suficiente, todavía no satisfacemos todas las necesidades del pueblo y sabemos que las reformas necesitan mayor rapidez”. Exacto. Con el reconocimiento de un faltante bastante realista y responsable: “Todavía debemos mejorar la calidad del gasto público. Debemos invertir mucho más en desarrollo social. Todavía gastamos demasiado en sueldos. Debemos invertir más en obras de infraestructura. Todavía tenemos que lograr la reforma de la función pública. Todavía necesitamos que los funcionarios públicos estén más comprometidos con el bienestar de nuestro pueblo”. No hay duda alguna. Al presidente Nicanor lo salva “su” Equipo Económico. ¡Y pensar el país mejor que podríamos tener con más cambios y reformas, y con menos hombres basura como Calé Galaverna! Duele decirlo, pero hay que decirlo.