AFP
WASHINGTON-EEUU
El presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó ayer con cerrar la frontera con México para impedir el paso de una caravana de migrantes hondureños que buscan entrar a Estados Unidos, relanzando uno de sus temas electorales predilectos a tres semanas de las legislativas.
“Debo, en los términos más firmes, pedir a México que detenga este avance, y si no logra hacerlo, llamaré a los militares y ¡CERRARÉ NUESTRA FRONTERA SUR!”, tuiteó el mandatario.
La amenaza se produce a menos de tres semanas de las elecciones legislativas en las que los republicanos arriesgan perder la mayoría en el Congreso. La caravana partió el sábado de San Pedro Sula, en el norte de Honduras. “Aquí vamos siempre en la lucha. La misión es entrar en los EEUU. A ver qué dice Dios”, dijo Yarelin Pineda, de 27 años.
El presidente estadounidense retomó uno de sus principales caballos de batalla que usó en las elecciones de 2016 que lo llevaron a la Casa Blanca. Trump advirtió que enviaría militares a la frontera con México; sin embargo, no estaba claro cómo podrían ser desplegados estos efectivos. En abril el presidente anunció sus planes de mandar a miles de efectivos de la Guardia Nacional a la frontera, pero esta medida es competencia de los gobernadores de cada estado, no del mandatario.
SIGUEN CAMINO. Con una bandera de Honduras sobre el hombro, José y otros miles de migrantes de su país siguen su marcha en caravana en el sur de Guatemala hacia México, su siguiente objetivo antes de alcanzar EEUU, que amenaza con militarizar su frontera.
Por la carretera asfaltada capitalina y entre cientos de vehículos, los migrantes hondureños se abren camino en diferentes grupos en los que se observan niños, mujeres embarazadas y bebés.
Algunos conductores abren sus ventanillas para dar dinero a los migrantes que lucen cansados, otros vecinos salen a su encuentro para suministrarles agua y alimentos.
“Vamos con la voluntad de Dios y vamos confiados en él de que nos dará chance (oportunidad) de pasar” a Estados Unidos, señaló José frente a un centro comercial donde algunos curiosos detienen su paso para observar la inusual caravana. A sus 28 años, José decidió dejar a su esposa y 2 hijas pequeñas en Honduras y emigrar porque los cuatro dólares diarios que ganaba como agricultor le resultaban insuficientes para subsistir. “Nadie nos va detener porque Dios va con nosotros”, afirmó el hombre que encabezaba uno de los grupos de la caravana, que se ha fragmentado desde que entró a Guatemala el lunes por la ciudad fronteriza de Esquipulas.