Primero paciencia, para remar de atrás y no caer en la clásica confusión, porque el Azulgrana tomó la iniciativa, pero se expuso a las réplicas del rival, que las veces que apuró con la recuperación y rápida salida, encontró a una defensa expuesta y con muchos metros para marcar.
La velocidad del elenco santafesino generó más de una chance, aunque solo pudiendo capitalizar en una, ya que se topó con un formidable Jean Fernandes que contuvo un avance clave, que pudo ser concluyente en el compromiso, por la ventaja del rival.
Por lo segundo carácter, porque a pesar de la desventaja, y lo que significa remar de atrás y el sofocón que genera el golpe adverso, el Ciclón siguió insistiendo con su misma fórmula, buscando en bloque soltando los laterales y presionando en la propia salida del rival, consiguiendo su premio forzando al error.
Determinación para llevarse al rival por delante, en base a precisión en acciones de pelota parada, algo ausente desde hace tiempo en el ataque del Ciclón, que encontró contundencia en Fernando Romero para hacerse sentir por partida doble y luego cerrando la serie con fórmula repetida, con Alberto Espínola como artífice.
El Ciclón tuvo un desempeño alto. Si bien tuvo sobresaltos de arranque, logró mejoría y encontró un funcionamiento armónico, con Rafael Carrascal ordenando el juego y un insistente Claudio Aquino, el encargado de generar juego. Las asociaciones fueron acertadas y creció en volumen de juego con el ingreso de Alan Rodríguez, complementando el ataque por ambas bandas, sumado al buen trabajo por el otro sector entre Alberto Beto Espínola y Alan Benítez.
La victoria marca el camino, por la forma y la reacción, materia siempre complicada para el Ciclón en la Copa, cumpliendo la premisa dando el primer paso, de dejar los puntos en casa.
El Ciclón se hizo sentir en el Barrio, para revertir el juego ante Colón y se quedó con el triunfo.
Fernando Romero
Buena ubicación y contundencia. El atacante no desaprovechó sus chances y fue preciso en las definiciones.