19 jul. 2025

Superar este periodo electoral para salir adelante

Este periodo electoral ha sido sumamente duro. Más que discutirse propuestas, la mayoría de los candidatos, buscando visibilidad frente al nuevo mecanismo de listas desbloqueadas, se dedicaron a destruir, polarizar y confrontar, además de ensuciar el entorno con propaganda electoral. Esperemos que en lo que resta del mes de diciembre y en los meses antes de la contienda principal en abril, seamos capaces de construir escenarios alternativos para nuestro país. Necesitamos mirar el futuro con optimismo, discutiendo propuestas y consensuando un país mejor, para un mundo mejor.

Un evento electoral siempre debiera ser motivo de satisfacción. En primer lugar, porque constituye la base de la democracia representativa, ya que la ciudadanía elige a quienes considera que sabrán poner sus derechos y necesidades como prioridades en las decisiones públicas.

En segundo lugar, porque la alternancia es un valor para un proceso democrático a largo plazo; la eternización en el poder atenta contra la transparencia y crea un escenario óptimo para el ejercicio del poder discrecional. La alternancia permite abrir el espacio a nuevas ideas, posiciones, caminos a seguir en la búsqueda del bien común y del desarrollo.

En tercer lugar, el periodo electoral es un momento en el que naturalmente toma fuerza el imprescindible debate sobre el modelo de desarrollo que aspira una sociedad. Si bien los cambios en un modelo precisan plazos largos y relativa estabilidad en las políticas, el dinamismo social, económico y demográfico al que estamos expuestos obliga a innovar para permanecer en la senda o cambiar la trayectoria si el contexto así lo exige.

Paraguay se encuentra en un momento clave de su historia, tanto por las condiciones externas que nos han demostrado de manera más que suficiente que debemos cambiar drásticamente para avanzar hacia una mejor calidad de vida, como por las condiciones internas que nos desafían a mantener los logros de los últimos años y acelerar el ritmo de los mismos.

La pandemia, la crisis climática, el problema energético y alimenticio y las guerras tienen efectos globales. Paraguay posee una economía pequeña y sumamente abierta, por lo que está fuertemente influenciada por estos fenómenos que terminan socavando la calidad de vida de su población. Lograr una economía más resiliente ante la volatilidad internacional debe ser un objetivo central.

La diversificación de productos y mercados, un mayor valor agregado e industrialización, el aumento de la productividad y del efecto multiplicador de la producción en el mercado laboral y el incremento de los ingresos laborales deben estar en cualquier debate sobre la trayectoria hacia el desarrollo.

Tenemos solo 20 años más de bono demográfico. Si hoy no garantizamos la acumulación de capital humano y la protección social, la niñez y la juventud actuales no tendrán las capacidades suficientes para garantizar su propia sobrevivencia y menos contribuir a un crecimiento económico de largo plazo.

Todo esto sin considerar que en la misma década en la que se acaba el bono demográfico, hay importantes vencimientos de bonos soberanos y las estimaciones señalan que si no hay reformas, también se agotarán los fondos de la seguridad social (IPS), sumándose a la crisis actual de la caja fiscal.

A las profundas transformaciones económicas y sociales debemos agregar los desafíos ambientales. Paraguay cuenta con la gran oportunidad de aprovechar sus potencialidades energéticas para garantizar acceso a energía renovable y barata a su población y contribuir al mundo en la lucha contra el calentamiento global.

Al terminar estas internas, debemos aprovechar el momento para discutir las políticas que necesitamos para que a todos nos vaya mejor. Paraguay tiene recursos humanos y naturales suficientes para todos nosotros y para contribuir con un mundo mejor. Empecemos a dar los pasos hacia adelante, teniendo en perspectiva el país que nos merecemos y que podemos lograr con un pacto discutido y consensuado entre todos.