18 jun. 2025

Sudáfrica enterró en su patria chica a Nelson Mandela, su hijo más célebre

REUTERS, AFP y EFE

Foto: UH Edicion Impresa

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QUNU - SUDÁFRICA

Sudáfrica sepultó ayer domingo los restos de Nelson Mandela, dejando la democracia multirracial que él fundó sin su principal inspiración viva y aún esforzándose por alcanzar el ideal de “nación arcoíris” de prosperidad compartida con la que él había soñado.

El premio Nobel de la Paz, que estuvo en prisiones del apartheid durante 27 años antes de emerger para predicar el perdón y la reconciliación, fue enterrado en la localidad de sus ancestros, Qunu, tras ser homenajeado con una mezcla de pompa militar y ritos tradicionales de su clan xhosa abaThembu.

En el momento en que el féretro descendía a su tumba envuelto en una corona de flores, tres helicópteros militares volaron bajo sobre el cementerio portando la bandera sudafricana, en una emotiva repetición del momento en que Mandela inauguró su mandato como el primer presidente negro de Sudáfrica hace casi dos décadas.

Una batería de cañones colocados en una colina dispararon 21 salvas que resonaron en las montañas de la provincia del Cabo Oriental, antes de que cinco aviones de combate que volaban bajo y en formación retumbaran en el valle.

“El tuyo fue sinceramente un largo camino a la libertad, y ahora has alcanzado la libertad máxima en el seno de tu creador”, dijo Monwabisi Jamangile, el capellán militar que presidió la ceremonia a los dolientes en la tumba familiar, donde también están enterrados tres de los hijos de Mandela.

ASISTENTES. Al cementerio acudieron 450 parientes, líderes políticos e invitados internacionales, incluido el príncipe Carlos de Inglaterra, el reverendo pro derechos civiles estadounidense Jesse Jackson y la presentadora de televisión Oprah Winfrey.

Mandela falleció en Johannesburgo el 5 de diciembre, sumiendo en el dolor a sus 52 millones de conciudadanos y a millones de personas en todo el mundo, y desatando más de una semana de actos de recuerdo a una de las figuras más destacadas del siglo XX.

Más de 100.000 personas han mostrado sus respetos en persona en la capilla ardiente colocada en Union Buildings, en Pretoria, donde asumió el cargo de presidente, un acto que acabó con más de tres siglos de dominio blanco.

Cuando sus restos llegaron el sábado a la localidad de Qunu, 700 kilómetros al sur de Johannesburgo, fue saludado por residentes locales eufóricos de que Madiba, el nombre del clan por el que afectuosamente se le conoce, hubiera “vuelto a casa”.

“Tras una larga vida y enfermedad, ahora puede descansar”, dijo la abuela Victoria Ntsingo. “Ya ha hecho su trabajo”, añadió.

En todo el país, la población siguió en televisión el acto o lo escuchó por la radio. En algunos lugares, grandes pantallas lo transmitieron en directo.

En todo el país se instalaron decenas de pantallas gigantes para seguir las honras.

Hace casi 90 años el niño Nelson Mandela correteaba por las calles y el paisaje verde y ondulado de Qunu en el que descansará desde ayer.

Rolihlahla Mandela, su nombre original, vivió ahí hasta los 9 años, muy cerca del lugar donde había nacido, Mvezo. “El pueblo de Qunu estaba situado en un valle verde, estrecho [...] Allí no vivían más que unos pocos cientos de personas”, explica Mandela en sus memorias El largo camino hacia la libertad.

Cuando Mandela era niño, le asignaron un nombre europeo en la escuela. Le llamaron Nelson, “quizás tuvo algo que ver con el gran almirante inglés”, decía Mandela.

Tras la muerte de su padre, la madre de Mandela decidió que su porvenir estaba en otro lado y lo mandó a criarse con “el regente” de la tribu. Luego vendría un periplo extraordinario: los años de formación y trabajo en Johannesburgo, el activismo político, la cárcel, la presidencia, los honores y la muerte.