Por Gloria Ayala Person, presidenta de la ADEC
Hay quienes basan su riqueza y poder en la fuerza física, en la coerción, en el uso de influencias, en el abuso de autoridad, en el atropello de derechos y otras muchas maneras de manipulación y despotismo. También, hay lobos vestidos de ovejas, quienes aprovechan la angustia causada por los primeros, para ofrecer discursos de esperanza, justificando el sufrimiento con promesas de un porvenir mejor, alzándose como salvadores comprensivos ante tanta crueldad, asegurando mayor felicidad en el futuro. En esa premisa, se basa la cultura del aichenjáranguismo, convenciendo al ignorante de que merece ser salvado de su sufrimiento, mientras lo condena a la manipulación, manteniéndolo incapaz de progresar por sí mismo.
Quienes viven sus mieles dando aliciente al oprimido, al pobre, al más sufrido, pretende falsamente dar aliento, porque en realidad le conviene que siga allí, pues vive de su miseria y sin ella, su propia existencia dejaría de tener sentido.
Hay ambos malandros disfrazados de empresarios, de legisladores, de políticos y de falsos profetas. Cuando el éxito financiero no corresponde al más competente en la producción, sino al capaz de actuar con brutalidad, crueldad y sin ética alguna, es cuando la fuerza se convierte en norma y no queda más opción a la sociedad que desaparecer en la bajeza moral reinante, pues se premia al corrupto, a la incapacidad de creación de riqueza respetando reglas de ética, de decencia y, por ende, se castiga al que produce en el marco de la legislación y normas de convivencia basadas en el respeto a los demás.
Nadie puede ser más por su dinero. El dinero solo es una herramienta, un medio, no un fin; por lo tanto, no se puede comprar moralidad, integridad, decencia ni razón. Ese es el mayor castigo de los ladrones y cínicos. Quienes saquean al pueblo, haciendo fortuna malhabida, tarde o temprano, encontrarán su propio azote, pues no se puede reemplazar la inteligencia y creatividad, ni con fuerza ni con dinero.
El dinero no hace inteligente al idiota, ni da coraje al cobarde, así como tampoco el incompetente logra inspirar respeto. Con dinero saqueado se visten el disfraz de empresarios o políticos, que, por no saber adquirir fortuna por sus propios méritos, se rodean de embaucadores, farsantes y chupamedias que le dicen lo que quieren escuchar para sentir ser, quienes ellos, mejor que nadie, saben que no lo son.
Así que no envidien a un heredero inútil, ni a un ganador sinrazón, ni a un estúpido con dinero, ni a un charlatán sin moral, pues viven con temor de ser descubiertos en sus falsedades con una fortuna que no es suya.
Respeta el trabajo honrado, al trabajador y al productor de riqueza. Pues, quien adquiere habilidades requeridas por otros, quien negocia sus servicios, su capacidad, su intelecto, su fuerza, sus ideas y es capaz de crear riqueza a través de servicios y productos que son necesarios para la sociedad y recibe a cambio dinero, es una persona exitosa, que entrega su mejor esfuerzo a la comunidad en la que vive.
Sin embargo, aquel que vendiera su espíritu y denigrara su moral a cambio de dinero no lo merece, pues no ha trabajado honradamente para obtenerlo.
Nuestro país precisa de hombres y mujeres valientes, con valores íntegros, ideas e ideales, con habilidad, coraje y capacidad para crear riqueza de manera honrada y en un entorno libre de haraganes e indecentes que contaminan el ambiente de negocios. El Señor bendiga la noble vocación empresarial que nos permite la creación de empleos dignos.