Al Gobierno actual le quedan menos de un año de mandato presidencial. Ya está entrando en el último tramo de gestión, que si es bien aprovechado aún se puede hacer mucho por el país y su gente. Pero si las actuales autoridades se dedican más a la actividad electoral, lastimosamente, serán doce meses perdidos.
La actividad política y las señales que dan los políticos influyen sensiblemente en la población y en los empresarios. Si los candidatos desarrollan una competencia electoral sana y respetuosa es probable que la actividad económica se pueda desarrollar con mediana normalidad.
Sin embargo, una campaña electoralista muy incidentada y polarizada genera temor y desconfianza entre los agentes económicos y es muy probable que la actividad económica se retraiga aún más.
Las campañas que están realizando los candidatos al sillón presidencial empezarán a ganar fuerza en las próximas semanas teniendo en cuenta que las duplas ya están conformadas y todas listas para iniciar la carrera hacia el Palacio de López.
En esta oportunidad hay un condimento muy especial y a la vez delicado. Ocurre que el actual presidente Mario Abdo Benítez es uno de los candidatos a presidir la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado). En otras palabras, el titular del Ejecutivo decidió ingresar a la arena política para competir, por la titularidad de la ANR, contra el empresario Horacio Cartes.
Para algunos observadores la decisión de Abdo Benítez no es la más acertada considerando que la actividad proselitista le robará fuerza y tiempo para realizar las gestiones propias del presidente de un país.
Además, al exponerse como un candidato más será blanco de todo tipo de críticas de carácter netamente político, lo cual puede desfigurar su calidad de titular del Ejecutivo.
Toda decisión que tome el presidente Abdo Benítez puede ser considerada como electoralista y estará mucho más expuesta a las presiones de las masas populares por beneficios y subsidios.
Hay varios proyectos de leyes económicas en el Congreso que deben ser tratados y aprobados antes que finalice el año para dar andamiento a varios proyectos de inversión pública. Sin embargo, los legisladores están retrasando la aprobación de ciertos créditos precisamente por la desconfianza que se genera en un año electoral, más aún cuando el titular del Ejecutivo también tiene sus propias ambiciones políticas.
Los parlamentarios también utilizan la fuerza legislativa como arma estratégica para debilitar la gestión del Ejecutivo. En consecuencia pierde el país, los empresarios y la población toda.
Marito deberá extremar sus habilidades para conllevar la gestión desde el Ejecutivo y al mismo tiempo pujar por la presidencia de la ANR. Caso contrario corre el riesgo de desaprovechar estos últimos doce meses para hacer una buena gestión presidencial con miras a dar continuidad a los proyectos que apuntan al desarrollo del país.
Al mismo tiempo, una mala gestión en su calidad de presidente puede desembocar en una derrota electoral en la puja por la titularidad de la ANR.
Se puede suponer que Mario Abdo se asesoró lo suficientemente y tomó todas la precauciones antes de decidir pujar por la presidencia de la ANR, pues de lo contrario este último tramo puede echar a perder todo lo logrado hasta ahora en su gestión de gobierno.
Lo ideal hubiera sido que el actual presidente de la República se dedique exclusivamente a la gestión ejecutiva del gobierno a fin de dejar un país medianamente ordenado y solvente al nuevo inquilino del Palacio de López.
Las cartas ya están echadas, las apuestas listas están. Solo queda por ver como transcurren las elecciones internas, luego las generales y finalmente el traspaso de mando al ganador.
Podemos alquilar sillas y balcones porque serán doce meses im-perdibles.
