Esta dinámica se desarrolla en la esfera pública. Y todo lo que es público tiene que ajustarse a marcos institucionales propios de una República. Ahora, por otro lado, hay que poner en contexto que la República tiene otras esferas que son de igual importancia a la esfera pública de la “política”. Y son las esferas del desarrollo económico, de la creación de activos, de recursos y empleos, así como también la capacidad de pagar impuestos, aumentar el PIB, producir carne, producir agroalimentos. En fin, varias áreas más, y todas tienen una dinámica que demanda mucho esfuerzo, consistencia y, sobre todo, optimismo.
La construcción de recursos para luego poder distribuirlos de una manera muy eficiente y razonable exige una visión y fe por la capacidad de Paraguay, de su gente y de sus fortalezas institucionales.
En la parte privada nos enfocamos en ser sensatos y especialmente perseverantes en nuestras acciones. En el sector privado no buscamos generar un impacto mediante la mecánica de denigrar al competidor. Hablamos mucho de las ventajas de nuestra oferta de productos, construimos sostenibilidad de la cadena de valor.
La mejora de muchos indicadores en la gestión económica del Estado habla de un proceso sostenido donde históricamente la República ha funcionado a través de políticas públicas que miran el interés general.
La esfera económica tiene un desenvolvimiento paralelo con algunos conectores sobre la esfera política, pero solo son conectores relacionados con la creación o derogación de leyes. El reciente informe de la calificadora de riesgos internacional Moodys ha pasado desapercibido. Y por causa de la intensidad del debate político. Este informe es vital para ver al Paraguay a las puertas de una de las más anheladas oportunidades que desean muchos países: Acceder al grado de inversión.
Durante esta semana el país pasó la durísima prueba de ser aprobado por Gafilat como un Estado que construye y administra riesgos en cuanto a lavado de dinero de cualquier origen ilegal. El país ha pasado un test vital para poner la vista más adelante en las aspiraciones que tenemos en el ámbito económico. Este trabajo de ir construyendo juntos, entre el sector privado y el sector público, acciones que vayan permitiendo conseguir primero la confianza de los inversores, segundo la eficacia de los procesos de gestión de recursos y por último la visión país a largo plazo en factores como seguridad, educación, salud, obtiene resultados positivos. Los que se ven reflejados en los índices de evaluación.
La gestión pública y la gestión privada, adecuadamente articuladas, van dando frutos año a año. La implantación de las normativas que Gafilat nos desafió a desarrollar e instaurar fueron enormes. Pero el sector controlado, que es mayoritariamente el sector privado, se puso las pilas y salió para adelante.
Debemos tener la capacidad de “leer” ambos procesos, pero hay que “entender” que los actores son diferentes en ambas esferas, “la política y la económica”. Tener un criterio o una posición es relevante para los actores de cada esfera, pues en ambos lugares se construye a Paraguay. Un actor político que crea que podrá construir algo en un país económicamente en problemas tiene una visión muy pobre de la realidad de los procesos. El país no debe ser un campo de luchas callejeras, con personas incentivadas solo a través de la emoción. Por el contrario, debe primar la sensatez y la perseverancia en los procesos institucionales. Vamos, Paraguay, que se puede.