El Papa Francisco en referencia a la lectura de hoy reflexionó…: “En la oración del Señor –en el «Padre Nuestro»– pedimos el «pan cotidiano», en el que vemos una referencia particular al Pan Eucarístico, que necesitamos para vivir como hijos de Dios. Imploramos también el «perdón de nuestras ofensas» y para ser dignos de recibir el perdón de Dios nos comprometemos a perdonar a quien nos ha ofendido.
Y esto no es fácil. Perdonar a las personas que nos han ofendido no es fácil; es una gracia que debemos pedir: «Señor, enséñame a perdonar como tú me has perdonado». Es una gracia”...
“Podemos decir que la oración cristiana nace de la audacia de llamar a Dios con el nombre de «Padre». Esta es la raíz de la oración cristiana: llamar «Padre» a Dios. ¡Hace falta valor! No se trata tanto de una fórmula, como de una intimidad filial en la que somos introducidos por gracia: Jesús es el revelador del Padre y nos da familiaridad con Él.
En otros pasajes del Evangelio, Jesús insiste con sus discípulos para que cultiven un espíritu de oración. La oración debe ser insistente, y sobre todo, debe recordar a los hermanos, especialmente cuando vivimos relaciones difíciles con ellos.
Jesús dice: «Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tienes algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras ofensas». ¿Cómo podemos dejar de reconocer la similitud con el Padre Nuestro en estas expresiones? Y los ejemplos podrían ser numerosos, también para nosotros.
Al final de esta catequesis, podemos repetir esa oración de Jesús: «Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños». Para rezar tenemos que hacernos pequeños, para que el Espíritu Santo venga a nosotros y sea Él quien nos guíe en la oración.
(Frases extractadas de https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2020/10/07.html y http://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2019/documents/papa-francesco_20190522_udienza-generale.html).