A través de su embajador, el Gobierno norteamericano designó como significativamente corruptos a Horacio Cartes y al segundo del Ejecutivo.
Este último inmediatamente se abrió de su precandidatura presidencial e incluso anunció su renuncia al cargo, pero cambió de opinión.
“Es una postura personal de él. Se respeta. Los motivos que expuso son válidos”, consideró el oficialista Rodolfo Friedmann, quien se perfilaba como el sucesor de HV.
“Lo importante es que pueda acceder a la información, por él, por su familia, por la misma investidura. Seguramente después tomará la decisión final”, remarcó.
“Lo acompaño en su decisión personal, como amigo, en buscar las evidencias reales del caso para esclarecer su inocencia. Es una decisión personal de él”, indicó Arnaldo Franco, quien también estaba en puja por la vice.
“La renuncia es un acto unilateral de voluntad. Si no quiere renunciar, no le podemos obligar”, alegó el liberal Fernando Silva Facetti.
“Y si vamos a hacer un juicio político, tenemos que tener los argumentos, que conforme la CN, en la acusación se deben detallar las causales de destitución y acompañar las pruebas”, explicó el parlamentario.
“No se puede impulsar nada a partir de una declaración unilateral del representante de un gobierno extranjero, aunque sea EEUU, donde no se acercan pruebas”, sostuvo.
“Creo que no le queda de otra en su intento por defenderse de alguna manera”, consideró el senador Gilberto Apuril, de Hagamos.
“En términos de funcionamiento institucional, me parece correcto, no corresponde una renuncia, salvo procedimientos legales, constitucionales. Si hay evidencia, elementos, documentos, acá podemos hacer un juicio político, por ejemplo”, manifestó el luguista Sixto Pereira.
“Pero en este caso, porque vino en una conferencia de prensa de un diplomático... es una injerencia política, una intromisión en asuntos internos”, cuestionó.
“Esa es la característica de los norteamericanos. Lo único que hacen es generar conflicto por intromisión”, señaló.
“Se apresuró en renunciar a su candidatura”, señaló respecto a HV. “Y sobre la visa, ¿máva piko la ohosetereía la ivállepe? ¿Mba’e la jahechaitereíta upérupi? (¿quién lo que se quiere ir tanto a su país?, qué lo que tanto podemos ver en ese lugar?)”, objetó.
“No es fácil interpretar la postura de Hugo Velázquez. Cuando apareció aquella acusación de significativamente corrupto, prácticamente corriendo salió a decir que renunciaba, primero a su candidatura, y a la vice”, indicó el luguista Hugo Richer.
“La pregunta es ¿por qué, en ese momento, reaccionó de esa forma si es que realmente él no tenía algún motivo para hacerse cargo de la acusación de la Embajada?”, refirió.
“Finalmente, la Embajada no aportó gran cosa, y parece que tampoco lo va a hacer”, consideró. “Que se mantenga coherente a su palabra, sin que eso signifique que sea culpable. Tiene todo el derecho a exigir pruebas”, dijo.
Es un derecho de cualquier ciudadano pedir información sobre una acusación tan grave. Los motivos son válidos.
Rodolfo Friedmann,
oficialista.
Tiene que llevar a la Cancillería. (EEUU) no puede en forma alevosa colocarse encima del Estado paraguayo.
Sixto Pereira,
luguista.
Es una suerte de desafío a la Embajada a presentar más de lo que presentó hasta ahora, a ver si reacciona.
Gilberto Apuril,
Hagamos.
No se puede impulsar nada a partir de una declaración unilateral, donde no se acercan pruebas.
Fernando Silva Facetti,
liberal.
Es importante ya que se ratifique en su renuncia y aclare donde debe, acá, en EEUU, donde sea, pero que se mantenga.
Hugo Richer,
luguista.