Miles de seguidores dieron ayer su última despedida a Sandro, el cantante argentino fallecido el pasado domingo en un hospital de Mendoza.
Unas 50 mil personas desfilaron ante los restos del Elvis argentino en una capilla ardiente instalada en la sede del Congreso y luego acompañaron el cortejo fúnebre hasta el cementerio privado de la localidad bonaerense de Burzaco, donde fue sepultado.
Con flores en las manos, fotos de su ídolo y lágrimas en los ojos, los fanáticos del popular artista ingresaron al Salón de los Pasos Perdidos del Parlamento, un espacio solo reservado a figuras relevantes de Argentina como la cantante Mercedes Sosa, o a ex presidentes como Raúl Alfonsín y Juan Domingo Perón.
Escenas de llanto, dolor y congoja se vivieron en medio de la multitudinaria caravana que acompañó el féretro en su recorrido por Banfield, y otras localidades de Buenos Aires, hasta el cementerio ubicado en Burzaco, donde el cuerpo de Sandro fue enterrado en una ceremonia privada.
La puerta de su hogar, en Banfield, se transformó, desde la noche del lunes, en una suerte de santuario donde sus seguidores dejaron flores, cartas, carteles y expresaron su dolor por la pérdida del ídolo.
En ese misma casa es donde cada 19 de agosto, sus fanáticas, la mayoría mayores de 50 años y a las que el artista llamaba cariñosamente “mis nenas”, se reunían para festejarle el cumpleaños y él salía a saludarlas enfundado en su mítica bata roja, con la misma prestancia con la que deshacía corazones desde los escenarios.
Roberto Sánchez, verdadero nombre del músico, cautivó a varias generaciones en sus 40 años de trayectoria artística, que inició emulando a Elvis Presley aunque luego viró a la música romántica, imagen con la que trascendió en América Latina.
Sandro falleció el domingo pasado a los 64 años, tras múltiples complicaciones a 45 días de haber sido sometido a un trasplante cardiopulmonar al que había llegado con la salud muy deteriorada por su tabaquismo crónico y tras esperar durante meses la donación de órganos. EFE-AFP