El presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, anunció al Parlamento un plan de medidas anticorrupción que no lograron aplacar los reclamos de dimisión por parte de la oposición, medida que no va a tomar, según anunció.
La sesión se cerró con reproches y advertencias también de sus socios parlamentarios.
El jefe el Ejecutivo reconoció en el Congreso que pensó dimitir y convocar elecciones debido a los escándalos de presunta corrupción que salpican a su partido (PSOE), concretamente a los exdirigentes socialistas Santos Cerdán y José Luis Ábalos, sospechosos de repartirse comisiones ilegales por adjudicaciones irregulares de obras públicas.
Como respuesta desde el Ejecutivo, explicó Sánchez un amplio plan elaborado con la OCDE y con sugerencias y propuestas de otros partidos minoritarios que suelen apoyarle.
Pero el presidente del Gobierno no convenció en absoluto a los conservadores ni a la extrema derecha, que reclamaron su dimisión. A duras penas consiguió un voto de confianza de los partidos de izquierda y nacionalistas e independentistas vascos y catalanes, que suelen apoyar sus política.
El líder del Partido Popular (PP), el opositor conservador Alberto Núñez Feijóo, exigió a Sánchez que confiese “todo lo que sabe”, devuelva el “botín” (de la corrupción) y adelante las elecciones.
Los reproches más acerados llegaron, tal vez, desde dentro de su propio Gobierno. De menara simbólica, la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, optó por no sentarse en la bancada reservada al Ejecutivo en el Congreso.
Entre los independentistas catalanes, los republicanos de ERC advirtieron de que, si la corrupción “escala”, la izquierda forzará elecciones anticipadas. Y a los nacionalistas vascos del PNV no le convencieron los argumentos de Sánchez. Plantearon que, si no ofrece más explicaciones, tiene la opción de presentar una cuestión de confianza, para que el Congreso se pronuncia sobre su continuidad al frente del Gobierno, o convocar elecciones. EFE